Las familias francesas no pueden elegir escuela pública: tienen que llevar a sus hijos al centro que les corresponde por su domicilio. Sin embargo, muchos padres se las ingenian para saltarse las reglas, a fin de que sus hijos reciban educación de mejor calidad (ver servicio 133/00). Algunos se quejan de que esto conduce a una selección negativa en la enseñanza pública, de modo que los centros poco apetecibles pierden a las familias más preocupadas por la educación y van cada vez peor. Pero se podría dar la vuelta al argumento si, como sostiene un estudio realizado en Estados Unidos, la libertad de elegir escuela mejora la enseñanza pública.
En cualquier caso, no es fácil parar los pies a los padres franceses. Pese al rígido mapa escolar, cerca de uno de cada tres esquivan la escuela pública que les toca cuando sus hijos pasan a la enseñanza secundaria, a los 11 años. El 9,6% consiguen plaza en otro centro público, alegando diversos motivos o excusas, como la preferencia por un idioma que no se enseña en el colegio asignado. Y un 19,3% más llevan a los niños a colegios privados.
Los datos proceden de un estudio del Ministerio de Educación, que actualiza otro anterior de 1993 (ver servicio 75/93). En aquella ocasión, el Ministerio publicó una «Nota informativa» que, entre otras cosas, señalaba la particular tendencia de los profesores a sortear la zonificación. Este comportamiento de los docentes -decía la Nota- «refleja su familiaridad con el sistema educativo, que les da un perfecto conocimiento de la oferta escolar». Hoy la situación sigue igual: el 18,7% de los profesores no llevan a sus hijos a la escuela secundaria asignada, proporción que es el doble de la general.
Los motivos de quienes así actúan indican insatisfacción con la escuela pública. El 29% alegan que el centro elegido tiene buenos resultados académicos, cosa que dicen solo el 16,6% de los padres que no se han salido del mapa escolar. El 38,5% aprecian la variedad de materias optativas, frente al 27,6% de los otros padres. La composición social del alumnado es la razón más mencionada: 49,3%; pero también el 41,7% de los otros padres consideran que en las escuelas públicas de sus hijos los alumnos son de «buenas familias».
En la opción por la escuela privada influye más la clase social. Van a colegios privados el 44% de los hijos de directivos y el 30% de los hijos de cuadros superiores. La enseñanza privada está bien implantada, además, en el medio rural (36% de las familias). Y aunque los efectivos de la enseñanza privada son el 20% del alumnado, una de cada dos familias le confía alguno de sus hijos durante algún tiempo de su vida escolar.
El estudio del Ministerio señala que la opción por la escuela privada o por una pública distinta de la asignada «depende mucho de las ambiciones de los padres con respecto a la carrera escolar de los hijos». Así, cuanto más implicados están los padres en la educación de sus hijos, más tienden a huir de la zonificación. La enseñanza privada es especialmente preferida por los padres deseosos de que sus hijos cursen estudios superiores. El salto a otro centro público es más frecuente entre los descontentos con el ambiente de los colegios de sus zonas.
La libertad mejora la escuela pública
Pero ¿qué consecuencias tiene la libertad de elegir escuela en la red pública de enseñanza? Eso es lo que ha investigado la economista norteamericana Caroline Hoxby, de Harvard, en un reciente trabajo (1) resumido en The Economist (27-I-2001).
En principio, la libre elección de escuela pública puede generar una competencia que estimule la calidad de enseñanza. Pero también puede ocurrir que la posibilidad de optar sea aprovechada casi solo por las familias más favorecidas y mejor informadas de la oferta escolar: entonces, saldrían beneficiadas unas pocas escuelas -por ejemplo, las de zonas con menos problemas sociales-, mientras que el sistema público en conjunto quedaría peor. Eso es lo que alegan los contrarios al cheque escolar.
Pero Hoxby observa que en muchas partes de Estados Unidos existe, en grados diversos, libertad de elegir escuela pública por factores que no tienen que ver con el cheque escolar ni con ninguna otra política pensada para favorecer la opción de los padres. Simplemente depende del número de distritos escolares. Cuantos más sean dentro de una misma zona, más facilidad tienen las familias para escoger escuela por el procedimiento de cambiar de distrito (así hacen también algunas familias en Francia para sortear el mapa escolar).
Tras comparar gran número de casos, Hoxby concluye que la libertad de elegir sube el nivel de la red de centros públicos. Para medir la eficiencia de los diversos sistemas, elige dos variables principales: nota media -de todas las escuelas de cada ciudad- en los exámenes de grado y salario medio de los jóvenes que han terminado sus estudios. Así, la diferencia entre Miami (un solo distrito escolar para toda el área metropolitana) y Boston (70 distritos) es de 1,4 puntos en las calificaciones y de un 15% en los salarios a favor de Boston.
Hoxby descubre también que donde existe más libertad de elegir escuela pública el gasto es menor y hay menos demanda de enseñanza privada. Una conclusión más del estudio es que la libertad mejora los resultados medios de todos los alumnos, con independencia de la clase social o la raza.
_________________________(1) «Does Competition Among Public Schools Benefit Students and Taxpayers?», American Economic Review, XII-00.