Publicada en 2016, esta novela ha obtenido ya los prestigiosos premios Strega (Italia) y Médicis (Francia). Del mismo autor es El muchacho silvestre (Minúscula, 2017), una especie de “cuaderno de montaña” en que el protagonista describe sus vivencias en pleno contacto con la naturaleza. El amor a la vida solitaria vuelve a aparecer en su nuevo libro, donde también se intuye un trasfondo autobiográfico.
Paolo Cognetti (Milán, 1978), que reside actualmente en un pueblo italiano de los Alpes, ambienta su novela en un territorio parecido. El protagonista nace en Milán, adonde sus padres se habían trasladado para reconstruir sus vidas después de sucesos trágicos que les forzaron a abandonar el Véneto. El padre, más que ninguno, siente pasión por los Alpes Dolomitas, y desea transmitirla a su hijo, como hace sobre todo en excursiones durante las vacaciones familiares en el pueblo de Grana. Allí, Pietro, el narrador, traba amistad con Bruno, un chaval del pueblo, poco dado a los estudios y que disfruta, en cambio, con la naturaleza y las labores del campo. Cuando Pietro acabe por cansarse y decida no salir más a la montaña, se enfriará la relación con su padre, y Bruno se convertirá discretamente en el apoyo de este.
Muchos años después, Pietro y Bruno se reencuentran. Mientras el primero se busca la vida sin mucho éxito como autor de documentales, Bruno ha conseguido su sueño de vivir en la montaña, alejado de la vida del pueblo. Entonces Pietro revisa su vida, sus recuerdos y la relación con su padre.
Novela que utiliza los ideales montañeros como una metáfora de la libertad y la felicidad. Pietro, tras rechazar a su padre y lo que representa, irá encontrando huellas de la influencia paterna en sus viajes, especialmente a Nepal, donde descubre que en su interior anida casi el mismo amor a la soledad. El libro es un homenaje a la vida en contacto con la naturaleza, mostrada como el ámbito donde el hombre puede reencontrarse consigo mismo, alejado de las imposiciones, a veces falsas, del progreso y la civilización.
