Para Robert Spaemann la filosofía no ha sido simplemente una actividad profesional, sino una vocación que le conmina a entender la realidad y lo que le rodea. Desde este punto de vista, tanto la larga entrevista con Stephan Sattler como los textos autobiográficos que componen este libro revelan los hitos más importantes de la trayectoria de este pensador que sabe tomar distancia de los acontecimientos y que muestra el temple y la agudeza de los filósofos clásicos.
Spaemann no se ha cobijado nunca en la comodidad de su estudio y ha manifestado siempre su opinión, normalmente a contracorriente. Pero no se ha mostrado dogmático ni intolerante; al contrario, cuando se accede a sus escritos, el lector es invitado a descubrir la razonabilidad de sus convicciones, con delicadeza y sencillez. Esto no le ha evitado algunas polémicas importantes –con Habermas y otros pensadores de izquierdas, pero también, como él reconoce, con algunos teólogos– y tuvo que sortear las dificultades de quienes en los sesenta querían imponer por la fuerza la democratización de las universidades, especialmente en Alemania.
Aunque no ha sido nunca un pensador sistemático, lo cierto es que a través de sus libros se puede reconstruir una postura filosófica original y coherente que se vertebra sobre el concepto de naturaleza. Spaemann consideró preciso recuperar el potencial ontológico y ético de esta categoría filosófica para contrarrestar su reducción fisicalista, origen del cientificismo, tanto del decimonónico como del actual. A partir de ahí, su reflexión se ha ocupado de las grandes cuestiones filosóficas, como la ética, la felicidad, Dios o la persona humana.
Es verdad que la mejor introducción al pensamiento de este filósofo son sus propias obras, que destacan por su argumentación clara y la comprensión profunda de los problemas. Pero Sobre Dios y el mundo recapitula sus aportaciones principales y permite comprenderlas mejor al contextualizarlas biográficamente.