William Longespée, conde de Salisbury, se hizo famoso por su intervención en la batalla de Damme, en 1213. Muchos siglos después, Jon Whitcroft es enviado con 11 años a un internado en Salisbury, el mismo al que fue su padre. Una noche se le aparecen tres fantasmas reclamando su sangre, porque lleva el apellido del hombre que los asesinó. A partir de este momento, sus anteriores preocupaciones pasan a un último lugar. Por suerte hay alguien más que cree su historia de fantasmas: Ella, una compañera de clase cuya abuela es guía turística de lugares encantados, y cuyo conocimiento del tema es bastante exhaustivo. Ella le da la solución: hay que conseguir la ayuda de William Longespée.
Encantadora obra de Cornelia Funke, en la que entremezcla dosis de la mejor tradición inglesa de historias de fantasmas en centenarios edificios góticos (catedral de Salisbury, colegio tipo Harry Potter) con toques de humor y situaciones de la vida diaria de un chico normal de 11 años. La narración es sencilla pero no pobre. La acción transcurre bastante rápida, como puede esperar un público poco habituado todavía a la lectura, y para aligerarla aún más, muchas ilustraciones pueblan los márgenes y en ocasiones la página entera.
Los personajes se hacen entrañables a medida que avanza la trama, y una situación que en un principio parecía insostenible para el protagonista se vuelve poco a poco el mejor de los mundos. La importancia de la amistad, de la familia, del honor y la fidelidad a la palabra son los que hacen que Jon cambien su modo de ver las cosas. Al mismo tiempo la autora consigue una mezcla de tradición, antigüedad, modernidad, humor que hacen de la lectura un auténtico placer. La trama no deja de sorprender a lo largo de todo el relato: aparecen más fantasmas, más situaciones misteriosas, más acción.
Sin duda, es un buen libro para jóvenes lectores, ameno y divertido, que al mismo tiempo trata de personajes –los fantasmas– que vivieron en el siglo XII. Una manera excelente de aprender un poco más de historia –en este caso de Inglaterra– y de conocer más sobre lugares que hoy se pueden visitar (Salisbury, con la tumba de Longespée en la catedral; Stonehenge).