Publicado por vez primera en 1995, un año después de que Kenzaburo Oé (1935) obtuviese el Premio Nobel de Literatura (ver Aceprensa, 9-11-1994), Un amor especial contiene diferentes artículos publicados en revistas médicas sobre la relación del autor japonés y su familia con su hijo Hikari, que nació con una irreversible lesión cerebral.
No es el único texto sobre este tema que ha escrito, pues también en su literatura –en Una cuestión personal y en ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!– Oé ha abordado lo que es, para él, el asunto más crucial de su vida y su literatura. Lo dice bien claro en este libro: “Como escritor, he de reconocer que el tema central de mi obra, a lo largo de gran parte de mi carrera, ha sido la manera en que mi familia se las ha arreglado para vivir con este hijo minusválido. De hecho, debo admitir que mis ideas sobre la sociedad y el mundo, en general, incluso mis pensamientos acerca de aquello, sea lo que fuere, que pudiera trascender nuestra limitada realidad, se basan en la experiencia de vivir con él y en lo que he aprendido de ese modo”.
Kenzaburo Oé, un humanista radical, despliega en este libro sus reflexiones personales sobre la atención médica que ha recibido su hijo: “Lo que deseo recalcar aquí es que Hikari no fue el único que se ha beneficiado de los cuidados y la curación procurados por el doctor, sino que este fue en realidad un sanador de toda nuestra familia”. También describe el comportamiento de otras familias, la importancia de centros especializados, el papel de la familia y de la educación, etc.
Hikari desarrolló desde niño una especial inclinación por la música que le ha llevado incluso a la composición musical. Ya se han publicado dos CD con composiciones de Hikari, con mucho éxito en Japón. Sobre este asunto se cuenta un viaje que realizó el matrimonio Oé con su hijo a Salzburgo y Viena.
Al igual que otros padres escritores que han contado su experiencia en situaciones más o menos parecidas, Oé es consciente de que convivir con Hikari ha provocado en él cambios que tienen que ver con su percepción de la sociedad y el ser humano. “Hoy en día –escribe el Nobel japonés– mi mayor orgullo es el hecho de que mi hijo, aquejado de un trastorno cerebral, sea un ser humano amable, tolerante y digno de confianza, que además posee un buen sentido del humor, y añadiría que la fortaleza de su carácter ha ejercido una influencia considerable sobre nuestra familia”.