Este volumen recopilatorio consta de tres diálogos entre René Girard y Gianni Vattimo en contextos académicos, así como de un ensayo de Vattimo y finalmente uno de Girard. Son textos datados entre 1996 y 2004.
Uno de los motivos para esta recopilación es la confluencia y divergencia de los dos pensadores sobre el aporte positivo de la teoría girardiana (ver Aceprensa, 15-05-2002 y 6-12-2006) y sus incidencias prácticas en un mundo postmoderno saturado de violencia. De entrada, no hay una oposición simétrica entre los interlocutores, en cuanto Vattimo se declara discípulo de la teoría girardiana –incluso inducido por ella a su particular conversión o retorno al cristianismo–. La confrontación entre el maestro y el discípulo surge por la hermenéutica heideggeriana con que el pensador italiano arrima el ascua de Girard a su famosa sardina: el proyecto filosófico-ético-político conocido como pensamiento débil.
En estos textos, Girard no va a hacer novedosas aportaciones a su teoría antropológica de la violencia mimética, el chivo expiatorio y la revelación por el cristianismo del mecanismo victimario simulador. Pero desde ahí constata empíricamente cómo esta revelación cristiana ha ido calando progresivamente en la cultura occidental: con su defensa de las víctimas y el primado de la caridad ha generado instrumentos jurídicos y políticos con los que hacer frente en verdad a la constante humana de la rivalidad que tan fácilmente deriva en destrucción.
Por este afán de verdad rehabilita como herramienta intelectual la deconstrucción en que se formó académicamente, pero al servicio de la verdad. Rectifica antiguos prejuicios personales de su teoría, como la evitación de la palabra sacrificio en referencia a la Pasión de Cristo. Incluso se acusa de su “antiguo deseo de pisar la cola al león envejecido y disentir clamorosamente de la Iglesia, por el simple gusto de hacerlo. En cierto modo, estaba intentando redimirme a los ojos de mis compañeros intelectuales. Desde hace trescientos años, todos los intelectuales estamos vinculados al espíritu de la révolte, un hábito difícil de romper”.
Vattimo, quedándose en el Girard previo a estos reconocimientos, interpreta heideggerianamente la kénosis de Dios en la Cruz como un debilitamiento de toda autoridad y verdad –siempre violentas y fuertes–. El cristianismo, a través de una fe débil, se realizaría autodescristianizándose, perdiendo todas sus reliquias míticas, y conduciendo a la sola caritas. Vattimo se acoge expresamente a la herejía de las épocas histórico-espirituales de Joaquín de Fiore, donde el Espíritu Santo realizaría este tercera edad de perfección, posterior a la del Hijo. Para Vattimo, esta caridad justificaría finalmente el ejercicio del aborto, la eutanasia o la experimentación con embriones humanos.
Ante el optimismo del relativismo nihilista de Vattimo, Girard responde: “Personalmente, coincido con Vattimo cuando dice que el cristianismo es una revelación del amor, pero no excluyo que sea también una revelación de verdad. Porque en el cristianismo verdad y amor coinciden y son la misma cosa. Creo que debemos tomarnos muy en serio este concepto: el concepto del amor, que en el cristianismo es la rehabilitación de la víctima acusada injustamente, es la verdad misma, la verdad antropológica y la verdad cristiana”.
En definitiva, un libro que aporta argumentos antropológicos e históricos verdaderos, para una crítica del relativismo y una clarificación del papel cultural crucial de la religión católica.