La proliferación de relatos de aventuras fantásticas hace que los autores más dotados se obliguen a sí mismos a entregar nuevas novelas que suenan a un “pues ahora veréis lo que es bueno”. Sin duda, en Reckless quedan de manifiesto las cualidades de Funke: inventiva, dominio de los recursos propios del género, rapidez narrativa, buen lenguaje, ilustraciones apropiadas. Pero la historia no es muy atractiva y su argumento, además de complicado, tiene unas dosis excesivas de sofisticación, que tal vez le ganen elogios pero que sin duda le restarán lectores.
Todo se desarrolla en un mundo más allá de un espejo de la casa de los Reckless. El padre entró un día por él y no regresó; su hijo Jacob le siguió repetidas veces pero, aunque siempre procuró que su hermano pequeño Will no entrara, un día lo hizo y, entonces, un hada le arrojó un hechizo por el que se acabará convirtiendo en un goyl (de gargoyles, un hombre de piedra, sin sentimientos). Para impedir el destino inevitable que se cierne sobre Will, Jacob ha de realizar un viaje arduo y superar prueba tras prueba. Le acompañan una niña que adopta la figura de un zorro, Will y su novia, Clara, una estudiante de medicina que también ha pasado al otro lado del espejo, y un enano avaricioso y poco de fiar.
Los enigmáticos protagonistas se llaman como los hermanos Grimm y, en lo que les ocurre, van surgiendo muchos, pero muchos, motivos y frases de sus cuentos. Y, entre otros guiños, el malvado que persigue a los héroes se llama Hentzau, igual que uno de los grandes malos de las novelas clásicas de aventuras, el contrincante de El prisionero de Zenda.
Hay escenas de lucha cruel y el tono es oscuro y desesperanzado por más que Jacob a cada paso diga que todo saldrá bien. Aparecen muchos personajes, a cual más singular, y todo va sucediéndose de acuerdo con alguna regla mágica o algo del pasado que se desconoce. Ejemplo: el narrador afirma que, como todos sabemos, nunca puedes llegar hasta las hadas sino que son ellas las que pueden llegar hasta ti; sin embargo, añade, sí que hay una solución: sobornar al enano adecuado; así que allá van los héroes a buscar al enano.
La novela es declaradamente juvenil: los protagonistas tienen alrededor de los veinte años, y Jacob tiene líos amorosos con las hadas y con la novia de su hermano -lo que le ocurrió por olvidar esa regla tan conocida de que si tomas inadvertidamente agua de alondras no puedes dejar de enamorarte perdidamente de la mujer que tengas al lado, sea quien sea-. Bien, está claro que no es lo mejor de Funke, pero se anuncian futuras secuelas y seguro que habrá película.