El término “multiculturalismo” surgió en Canadá para aludir a una política que reivindica el derecho a la diferencia de las distintas identidades culturales. El problema es que lo que al principio se concebía como una actitud de resistencia frente a los procesos de imposición de una cultura sobre otras, pasó a designar un modelo interpretativo que renuncia a cualquier criterio de universalidad.
Contra esta visión relativista se alzan los autores de este libro editado por Javier Prades y Manuel Oriol, que recoge los trabajos presentados en un seminario organizado por la Fundación Subsidiariedad. Desde una perspectiva interdisciplinar, expertos de diferentes países reflexionan sobre el fenómeno de la diversidad y proponen gestionarla de un modo nuevo a partir de categorías como la racionalidad, el encuentro o el reconocimiento.
La primera sección del libro analiza los desafíos que el multiculturalismo de signo relativista plantea hoy a las ciencias jurídicas. Frente a quienes presentan los derechos humanos como un invento típicamente occidental, Marta Cartabia propone redescubrir su justificación racional.
En la misma línea, Lorenza Violini desafía el dogma políticamente correcto según el cual las leyes deben ser éticamente neutras ante las cuestiones morales controvertidas. A su juicio, “es fundamental recuperar elementos racionales de diálogo y de confrontación, además de la capacidad de configurar leyes que se establezcan como elementos de cohesión respecto a valores que hay que compartir”.
Andrés Ollero pone al descubierto la estrategia laicista de quienes afirman que no cabe imponer convicciones -sobre todo, religiosas- a los demás, pero luego son los primeros que pretenden imponer su relativismo al resto de la sociedad.
La segunda sección del libro trata de comprender la diversidad desde la filosofía y la sociología. El artículo de Carmine de Martino explica muy bien la batalla de las ideas que está detrás del debate sobre la diversidad: el multiculturalismo no es un modelo interpretativo entre tantos, sino el punto de llegada del relativismo cultural que se ha ido fraguando en Occidente bajo el impulso de Nietzsche y Heidegger.
Pierpaolo Donati señala el déficit de fondo que lastra a la solución multicultural: se trata de una teoría reductora del encuentro y del reconocimiento. Para superar esta carencia, el sociólogo italiano propone revisar la racionalidad occidental moderna a la luz del paradigma relacional.
Por último, la tercera sección introduce la perspectiva teológica, algo absolutamente novedoso en la literatura española sobre el multiculturalismo. Frente a quienes ven la religión como un germen de conflicto, los autores coinciden en reconocer a Dios como el fundamento común de la convivencia.
Mons. Javier Martínez plantea una tesis aparentemente paradójica: si la Iglesia quiere ser instrumento de paz en las sociedades crecientemente multiculturales, ha de romper con las categorías de la modernidad secular y aprender a ser ella misma desde su propia tradición.
Javier Prades recuerda que, aun en medio de un contexto multicultural y multirreligioso, el cristianismo no renuncia a la pretensión de la verdad de su anuncio para la salvación de los hombres. Ahora bien, ese anuncio sólo puede difundirse como propuesta razonable (y, por tanto, creíble) a través del testimonio que remite a un referente preciso: Jesucristo y Dios Trino.
El conjunto del libro ofrece una visión reposada sobre el debate del multiculturalismo.