Esta colección de ensayos de la profesora Janne Haaland Matlary se mueve en los ámbitos de la filosofía del Derecho, las relaciones internacionales o la ética. Esto demuestra la fundamentada formación de una autora que llegó a ser viceministra noruega de Asuntos Exteriores, aunque en su carrera política nunca abandonó la convicción de que la política y la ética van unidas.
Esta publicación coincide con el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero está muy lejos de esos manuales de derechos humanos al uso, formalistas y politizados. Antes bien, pone el acento en una de las deficiencias de los sistemas legales de derechos humanos, pese a su internacionalización y difusión: la renuncia a dotarlos de fundamentos, lo que lleva a la consecuencia, quizás no deseada, de debilitarlos. Lo peor es que los derechos terminan siendo una coartada del poder político, que los somete a una amplia manipulación.
De ahí que resulte muy adecuado el título original inglés de esta obra, referente a que el poder se convierte en derecho humano. Los derechos están al servicio del poder, entendido éste como el gobierno de la mayoría, y no el poder al servicio de los derechos. Esto es así, entre otras cosas, porque ese poder hace una labor “creativa” con ellos, en colaboración con grupos sociales y económicos que defienden sus intereses y buscan la plasmación en las leyes de nuevos “derechos”. Se entiende que estas posturas constructivistas no quieran saber nada ni de racionalidad ni de ley natural, pues aceptar tales premisas echaría abajo sus planteamientos.
Matlary emprende el combate contra una concepción de los derechos humanos depredada o manipulada, principalmente con el arma de la razón y teniendo en cuenta las tradiciones judeocristiana, griega y romana que han conformado Europa. Es un libro contra corriente, que rescata las nociones de virtudes y de bien común, no exclusivamente cristianas, y que se dan de bruces contra las sociedades posmodernas, sobre todo europeas, educadas en el materialismo, el subjetivismo y el utilitarismo.
Menciona la autora sus vivencias personales en la política noruega, en las conferencias de la ONU, además de sintetizar acertadamente el pensamiento de Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre los derechos humanos. Con todo, su aportación más destacada es la denuncia de la perversión que el poder político hace de los derechos, hasta el extremo de convertir el poder en un derecho, en algo que es justo por sí mismo.