Rafik Schami es un escritor nacido en Damasco en 1946, que vive en Alemania desde 1976 y escribe en alemán. Allí es una celebridad, mientras que apenas tiene eco en su país natal y en otros de Oriente Medio.
El lado oscuro del amor es una larguísima novela subdividida en distintos libros que, a su vez, tienen muchos capítulos cortos que forman como un mosaico de historias. Aunque al principio en ellos se alternan escenarios y épocas, de modo general se puede decir que la primera mitad trata de cómo nació y fraguó el enfrentamiento envenenado entre dos poderosas familias del pueblo sirio de Mala, los católicos Mushtak y los greco-ortodoxos Shahin, desde comienzos del siglo XX hasta mediados los años cincuenta, cuando se conocen los jóvenes Farid Mushtak y Rana Shahin. La segunda mitad ya es casi lineal y cuenta los avatares de la relación entre Farid y Rana, desde que siendo adolescentes se enamoran sin saber ninguno el apellido del otro, hasta que organizan su fuga del país ya en los años setenta.
Como el título sugiere y el autor declara, abundan los episodios sobre formas de amor prohibido que, por distintas razones, son socialmente mal vistas e incluso perseguidas hasta la muerte. Así, hay situaciones de chicos que descubren el sexo precozmente, hay relaciones adúlteras buscadas tanto por las mujeres como por los hombres, hay hombres supuestamente respetables que buscan jovencitos, hay también algún momento de bestialidad. En la primera mitad son muchas las escenas de este tipo, algunas verdaderamente grotescas, otras de tipo picaresco, otras propias de relatos de pornografía blanda; en la segunda mitad, más equilibrada, este tipo de situaciones son menos pero, como es habitual en los relatos del mundo árabe, una fuerte sensualidad lo impregna todo.
Este particular enfoque contamina la otra línea de fuerza de la novela: en la primera mitad, las numerosas represalias y venganzas que se dan tanto entre clanes como en el interior de las mismas familias, en la segunda, la salvaje violencia de la represión policial y política. Además, la insistencia del autor, a través de los personajes más positivos, en que la única religión es el amor, entendido siempre de forma sexual y sensual, así como su defensa de la libertad de la mujer en el mismo sentido, hacen pensar en que su obra está muy condicionada por el pensamiento dominante occidental de ahora mismo.
Ambas cosas deslucen las extraordinarias cualidades como narrador de Schami, que brillan en muchas escenas y en las descripciones ambientales, su esfuerzo literario notable por armar de modo convincente su conjunto de relatos, y lo que su obra tiene de denuncia de unos regímenes opresores.
En cualquier caso, la novela pinta un mundo donde nadie en su sano juicio querría vivir: cualquier religión que se practique da lugar a comportamientos absurdos como el de poner velas a la Virgen para que al enemigo se le caigan las manos, cualquier enfrentamiento comienza una cadena insensata de venganzas y cada luto de un enemigo se celebra con júbilo, las mujeres valoran a los hombres por su condición de sementales y los hombres rechazan a las mujeres si no llegan vírgenes al matrimonio… En fin, no es extraño que una mayoría de los personajes de la novela huyan, y los que no puedan se queden con el deseo de hacerlo.