En los últimos años se han puesto de moda libros que seleccionan las lecturas fundamentales que debe leer una persona culta. La fiebre empezó con Dietrich Schwanitz y su Todo lo que hay que saber (Taurus), que además de literatura hablaba de arte, historia y hasta de música. Poco después, también en Taurus, se publicó Todo lo que hay que leer, de Christiane Zschirnt, una interesante y discutible guía que podía funcionar como una brújula. En la misma línea está El camino hacia la cultura. Lo que hay que leer, ver y escuchar (Planeta), de César Vidal.
La intención de todos estos libros es proporcionar lecturas de autores clásicos que permitan al público tapar lagunas, adquirir más cultura y escaparse del peso -a veces irrelevante- de lo contemporáneo como única vara de medir y de adquirir cultura. También estos libros, según algunos autores, buscan reparar el fracaso de los sistemas educativos, que no acaban de contagiar a los alumnos el afán de saber y de leer. Para los autores de estas selecciones, la lectura de los clásicos permite conocer no sólo la historia de la condición humana sino también aspectos esenciales del presente. Eso sí, ninguno de estos libros está exento de polémica, pues los planteamientos de los autores suelen ser muy ambiciosos y a veces no se cumplen las expectativas porque caen en criterios muy subjetivos.
En la misma línea que los títulos citados está Un plan de lectura para toda la vida, de los norteamericanos Clifton Fadiman y John S. Major, que tiene como por subtítulo La guía definitiva de lo que hay que leer. La primera edición es de 1960, se reeditó en 1978 y 1986, y ahora aparece la cuarta edición, que incorpora importantes cambios. En esta ocasión tiene un marcado carácter universalista y multicultural, y por eso añade un buen número de obras que proceden de la cultura de Asia, selección de la que se ha responsabilizado John S. Major, experto en historia y literatura de este continente.
Al final, han elegido 133 autores que recorren de manera cronológica la historia escrita de la humanidad. No sólo hay autores de literatura; también están ensayistas, filósofos y hasta relevantes científicos. En la lista no hay muchas sorpresas y están los que, más o menos, tienen que estar, con la novedad de los clásicos de la literatura asiática. Como era de esperar, predominan los autores de la cultura anglosajona. Sólo aparece un español, Miguel de Cervantes, y dos autores hispanoamericanos, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez. Además, resulta llamativo lo que se dice del Quijote: “Es uno de los pocos libros de nuestra lista que puede ser provechoso leer en una versión resumida”.
En un apéndice, figuran más lecturas recomendadas, una lista de cien autores del siglo XX, ente los que están sólo dos españoles (García Lorca y Ortega y Gasset) y ningún autor hispanoamericano. Los autores del libro advierten en el prólogo que “como cualquier relación de este tipo, la nuestra es subjetiva, idiosincrásica y mejorable”. La lectura de estos libros no garantiza que una persona se convierta de manera automática en culta, pero, como afirman los autores, puede “convertir tu vida interior en algo más interesante”. Teniendo en cuenta la tendencia del mercado editorial actual de editar sobre todo best-sellers y libros volcados hacia el entretenimiento, las alternativas que proponen guías como esta son higiénicas: “Llenar nuestras mentes -de forma lenta, gradual y sin coacciones- con lo que algunos de los más grandes escritores han pensado, sentido e imaginado”.