Sainte-Beuve (1804-1869) ocupa un destacado lugar en la historia de la crítica literaria. Sus «Retratos literarios», que le hicieron famoso, demuestran su agudeza crítica y la síntesis de un modelo de análisis donde se mezclaban las dos tendencias de su tiempo: el cientifismo y el romanticismo. Sainte-Beuve puso el acento en un psicologismo donde coincidían su pasión por el clasicismo y el rigor formalista. Además de crítico, Sainte-Beuve fue profesor, académico, poeta y novelista, y participó activamente en la vida cultural de su tiempo; fue amigo de Baudelaire, Dumas, George Sand… Y tuvo importantes enemigos, como Marcel Proust.
Ese libro no se publicó hasta 1926 y es la primera vez que se edita en castellano. «Mis venenos» no fue escrito para publicarse, aunque no se sabe, pues nunca se deshizo de estos escritos secretos. Son un conjunto de anotaciones directas, inmediatas, descarnadas, con un estilo desaliñado, subjetivo, alejado del tono profesoral del resto de sus escritos. En ellos predomina el tono ácido, amargo y la ironía despiadada. Él mismo era consciente del tono venenoso de unos comentarios que no estaban hechos para el público. Sainte-Beuve escribió que «publicarlo tal y como está sería hacerme mentir y calumniarme».
El paso del tiempo, sin embargo, rebaja las consecuencias que en su tiempo podría haber tenido la publicación de este cuaderno secreto que ofrece una imagen más fresca, intuitiva y mordaz de un crítico valorado y temido en su tiempo. Este volumen contiene, pues, sus comentarios literarios sobre escritores del momento, algunos muy conocidos -como Gautier, Victor Hugo, Balzac, Lamartine, Musset…- y otros olvidados hoy. Pero hay más. También aparecen sus opiniones sobre la crítica literaria y un conjunto de reflexiones, de tono aforístico, sobre cuestiones más vitales y generales, comentarios escritos bajo la influencia de los moralistas franceses de los siglos XVII y XVIII, de manera especial de La Rochefoucauld.
«Renovar las cosas conocidas, vulgarizar las cosas nuevas: un buen programa para un crítico». Para Sainte-Beuve, la crítica es, sobre todo, una metamorfosis: «intento desaparecer en el personaje al que presento». No le importa que sus críticas tengan erudición, «pero una erudición controlada por el juicio y organizada por el gusto». En general, no tuvo una buena opinión de los personajes más influyentes de su tiempo: «La mayor parte de los hombres famosos muere en un verdadero estado de prostitución».
Sainte-Beuve se ensañó especialmente con Víctor Hugo y con Balzac, del que dijo que era «el novelista que mejor conocía la corrupción de su tiempo y hasta era capaz de participar en ella». Sobre Alexandre Dumas, que era su amigo, comentó lo siguiente: «A pesar de todo su estruendo, no es más que una mente de cuarta fila. Pues, ¿dónde clasificar a un escritor al que no se le encuentra nunca ni un pensamiento elevado, ni un pensamiento delicado, ni un pensamiento juicioso?».
«Mis venenos» resulta un libro curioso y viperino que muestra la cara más informal de un influyente crítico literario.
Adolfo TorrecillaACEPRENSA