Grupo Unisón Ediciones. Madrid (2005). 297 págs. 9 €. Traducción: María Pérez Martín.
En 1947, John Steinbeck, ya un reconocido novelista, viajó a Rusia acompañado de su amigo y fotógrafo Robert Capa. La Segunda Guerra Mundial había concluido y empezaban a imponerse los prejuicios y las diferencias políticas que darían lugar a la guerra fría. La visión que muchos norteamericanos tenían de Rusia estaba cargada de tópicos, en parte también porque la propaganda comunista transmitía una visión de su país difícil de aceptar. Los dos amigos deciden emprender el viaje con la intención de escribir sobre la vida privada del pueblo ruso: «Evitaríamos la política y los temas más amplios. Nos mantendríamos lejos del Kremlin, de los soldados y de los planes militares».
Se habían impuesto dejar a un lado las opiniones y las conclusiones y contar las cosas que viesen de manera honesta, intención que influye bastante en el estilo empleado por Steinbeck, sencillo y transparente, donde no se intercalan apenas reflexiones personales. «No debíamos ir con resentimientos y debíamos intentar no ser críticos ni favorables».
Esta narración es fruto de ese viaje. Steinbeck y Capa recorrieron Moscú, Kiev, Leningrado, Georgia… En todo momento contaron con el respaldo del Sindicato de Escritores, todopoderosa organización que aglutinaba a los que Stalin había definido como arquitectos del alma humana. Los dos se encontraron de frente con la rígida burocracia rusa. Comprobaron el culto que recibían los principales líderes comunistas, en especial Lenin y Stalin. Steinbeck no sale de su asombro al comprobar la fe ciega del pueblo ruso en su líder: «Lo que dice Stalin es verdad para ellos». Pero también tuvieron la oportunidad, que es lo que deseaban, de acercarse al pueblo, de comer y charlar con los rusos. En estos encuentros, algunos programados y otros espontáneos, Steinbeck palpó tanto el desconocimiento que tenían los americanos de la vida de Rusia como al revés.
«Viaje a Rusia» es un buen libro, escrito con honestidad, sin olvidarse de las condiciones que se habían impuesto a la hora de programar este reportaje. Steinbeck utiliza un estilo diáfano, donde la personalidad del autor está diluida en la narración, sin querer teledirigir ni las opiniones ni los comentarios. Lo que cuenta es un testimonio de primera mano de lo que estaba sucediendo en Rusia justo antes de que la guerra fría impusiese una mayor censura y desconfianza.
La publicación de este libro coincide con la recuperación de otro de los libros de viajes de Steinbeck, «Por el mar de Cortés» (Península), donde cuenta una expedición de seis semanas a bordo de un barco sardinero por el Golfo de California. Además escribió «Viajes con Charley», el más conocido de todos. De esta edición de «Viaje a Rusia», hasta ahora inédita para el lector español, sólo se echan en falta las imágenes que tomó el magnífico fotógrafo que fue Capa y que darían otra versión de los acontecimientos.
Adolfo Torrecilla