Años posteriores a la guerra civil española. Andrés, un chico cuyo padre ha sido encarcelado y cuya madre trabaja en una fábrica de tejidos, pasa largas temporadas con sus tíos y abuelos en una masía de la Plana de Vic. Él mismo rememora lo sucedido aquellos años, su progresiva comprensión de las cosas que ocurren en su familia y en la sociedad en la que vive, su temprano aprendizaje del sexo, su aceptación de la propuesta que le hacen los amos para que haga el bachillerato.
Con un lenguaje rico y preciso, a base de largos párrafos encadenados con fluidez, integrando motivos y escenarios que había utilizado ya en anteriores relatos suyos, juveniles o de adultos, el autor recrea bien costumbres y ambientes del lugar y del momento. Sin embargo, hay contenidos en exceso previsibles: el carácter odioso de los camisas azules, las sotanas negras y los uniformes de color tabaco, todos a la vez; el aprendizaje de un comportamiento sexual inocente y sin culpa; la confusión de Andrés ante las enseñanzas religiosas y los ejemplos que recibe Además, no está resuelta la dificultad de hacer verosímil la enorme capacidad reflexiva de un chico tan joven, algo habitual en novelas semejantes; ni es convincente la pintura de la transformación interior del chico al final del relato, exageradamente dramatizada.