El Cobre. Barcelona (2003). 262 págs. 16 €. Traducción: Lluís Agustí y Pere Comellas.
Baltasar Lopes (1907-1990) está considerado como uno de los patriarcas de las letras de Cabo Verde. Hijo de un agricultor, se licenció en Derecho y Filología Románica en la Universidad Clásica de Lisboa. Ejerció la abogacía en Cabo Verde, donde fundó la revista Claridade, publicación que fue la puerta de entrada de la modernidad poética en las letras africanas de las entonces colonias portuguesas, a la vez que puente con la literatura brasileña. Su obra, que inicia el estudio filológico del criollo caboverdiano, la lengua hablada en aquel archipiélago, está constituida por Chiquinho -publicada en 1947 y valorada como la novela más representativa de su país-, el ensayo O dialecto crioulo de Cabo Verde (1957), el libro de poesía Cântico da manhá futura (1986) y los relatos Os trabalhos e os dias (1987).
Chiquinho se inicia con la historia del pequeño protagonista, cuyo nombre da título a la novela, en la aldea de Caleijão de la Isla de São Nicolau, durante la primera mitad del siglo XX. Con el paso a la adolescencia, el ambiente se desplaza a la ciudad de São Vicente, donde el protagonista estudia el bachillerato… El regreso a la isla de São Nicolau y a la aldea enfrenta al joven con la falta de futuro, pues los habitantes de Cabo Verde sólo piensan en la salida al mar, en la emigración. Allí siempre han oído historias de marinos, de piratas y negreros. Y allí ven llegar los dólares de América y a los que regresan para quedarse o para volver y liberar a sus familiares de la esclava dependencia de la azada para trabajar una tierra pobre.
Chiquinho son cuentos, anécdotas, historias, leyendas y mornas, poesías para cantar en lengua criollo-portuguesa la vida atlántica de unas islas situadas junto a África y que miran hacia América. Vidas llenas de sencilla humanidad, sin más argumento que la historia de Chiquinho, quizás la del propio autor, más o menos reanimada por la literatura, y que tiene suficiente realidad y sentido como para convertirse en la novela testigo de una época, de un lugar y de una cultura, tan lejana y cercana a la vez.
Ángel García Prieto