Alianza. Madrid (2003). 504 págs. 29 €. Traducción: José Luis Gil Aristu.
John R. McNeill, profesor de historia en la universidad de Georgetown, no se propone exactamente enmendar la famosa cita del Eclesiastés que asegura que no hay nada nuevo bajo el sol, pero la toma como referencia para llamar la atención sobre las graves consecuencias de la acción humana sobre el medio ambiente a partir de la revolución industrial. La contaminación no es consecuencia exclusiva del fenómeno industrial: la fundición de plomo en las costas mediterráneas, durante la época romana, también produjo efectos contaminantes duraderos. Lo «nuevo bajo el sol» consiste en que el siglo XX ha sido el más despilfarrador de energía a lo largo de la historia, pues se ha creído durante mucho tiempo que tanto el agua como las fuentes energéticas eran accesibles y baratas. La crisis energética de 1973 y el interés en los últimos treinta años por las cuestiones ecológicas han modificado en teoría esta percepción, pero en la práctica muchos Estados han seguido actuando como si no existieran reglas del juego entre el hombre y la naturaleza.
McNeill no propone, como algunos ecologistas, un retorno a la naturaleza, una vuelta a una mítica Edad de Oro. Su exposición es un toque de atención, sustentado en datos, análisis y esclarecedoras anécdotas. La originalidad consiste en hacer una historia del siglo XX desde los efectos de la acción humana sobre el medio ambiente. Recuerda, por ejemplo, que los sistemas sociales e ideológicos tienen también sus consecuencias ecológicas: ahí está el modelo desarrollista staliniano, repetido hasta la saciedad en los regímenes comunistas y en los que siguieron ese modelo en el Tercer Mundo. Su obsesión por la productividad, por alcanzar unas estadísticas que demostraran que se había dado el «gran salto adelante» económico y social, tuvo como resultado la destrucción de los bosques de Europa Central o la contaminación de las riberas mediterráneas, por citar dos ejemplos. Por lo demás, el autor subraya la oposición frecuente entre el interés nacional y los temas ecológicos, bien se trate de Estados Unidos, Japón, Brasil, Arabia Saudí o China.
El libro será de utilidad para todos aquellos que quieran profundizar en los aspectos sociales del cambio ecológico que repercuten, sin duda, en la situación interna de los países y que no pocas veces son una amenaza para su estabilidad.
Antonio R. Rubio