El Acantilado. Barcelona (2003). 282 págs. 18 €. Traducción: Isabel Soler y Neus Baltrons.
La editorial El Acantilado inicia con En nombre de la Tierra la publicación de las principales novelas de Vergílio Ferreira (1916-1996), uno de los escritores fundamentales de la narrativa portuguesa. Hasta ahora, en castellano sólo se había publicado Aparición, novela de 1960 suficientemente representativa de su etapa como escritor existencialista, después de haberse forjado en el neorrealismo. Esta corriente narrativa tuvo en Portugal, y en otros países, una propagandística función social y política. Son los años de lo que él mismo ha denominado novela problema, narraciones que combinan el discurso ensayístico con los ingredientes propios de la ficción. Sus últimas tres novelas son las que la crítica considera como sus obras mayores: Para sempre (1983), En nombre de la Tierra (1990) y Na Tua Face (1993).
El narrador de En nombre de la Tierra es un juez retirado, João, quien escribe una larga carta a su mujer ya muerta, Mónica, en la que los paseos por los agradables rincones de la memoria contrastan con las duras referencias a la realidad más inmediata: su familia lo acaba de ingresar en una residencia de ancianos. La carta es, sobre todo, una intensa y lírica carta amorosa, escrita por una persona que ha entrado de lleno en la tercera edad. El estilo está en consonancia con esta realidad: hay frecuentes anacolutos, reiteraciones, fallos de memoria…, que tienen su deliberada incidencia en el desarrollo de la novela.
La evocación de una Mónica jovial, primaveral, sostiene su espíritu. Los recuerdos amorosos y vitales de su vida, la llegada de los hijos, su profesión de juez alternan con la descripción del ambiente de la residencia, las manías de sus inquilinos, las quejas por el olvido de sus tres hijos…
Se trata de una novela poética, dramática, penetrante, sin concesiones a fáciles sentimentalismos y sin ahorrar descripciones sobre el hastío que puede provocar la constatación de la degradación física. En nombre de la Tierra tiene un fuerte contenido moral sin reflexiones existencialistas, pues João, de espíritu escéptico, vive más en el pasado que en el presente. La novela, un tanto pesimista cuando aborda las relaciones humanas, posee una indiscutible calidad literaria, la de un escritor sólido y existencialmente inquieto.
Adolfo Torrecilla