Rialp. Madrid (1999). 112 págs. 2.300 ptas.
Si la filosofía no desciende a lo cotidiano, muere acartonada en manuales inasequibles. Si la reflexión profunda sobre la realidad la aplicamos a objetos abstractos y momificados, queda tan lejos de la vida que sólo tiene interés para el erudito. De esta forma, la apartamos con resignación en el rincón de lo especializado y la despreciamos por abstrusa.
Para que no ocurra eso, necesitamos que el filósofo piense también la vida cotidiana; entonces la filosofía se hace cercana, inteligible y valiosa. Es justamente lo que ha hecho Rafael Alvira, catedrático de la Universidad de Navarra, en este hermoso libro. No hace falta irse muy lejos para filosofar, ya que la vida cotidiana es un objeto propio de interés filosófico.
Alvira domina ese arte socrático de penetrar con finura en el prosaico discurrir de la vida. Analiza el lenguaje común con perspicacia de filólogo, la trama social con visión de sociólogo, las relaciones humanas con intuición de psicólogo, y sintetiza el saber sobre la vida cotidiana con la perspectiva del filósofo. A lo largo del libro vamos descubriendo el sentido de las figuras del vivir cotidiano: el hogar, el trabajo, el arte de invitar, el juego, el deporte, el aburrimiento, la felicidad, el sufrimiento, el placer, los sentimientos y muchas más. Estas figuras se sostienen en el diálogo, porque la vida cotidiana es diálogo, un salir hacia el otro, para que el otro salga de sí, dar y recibir, renunciar y enriquecerse, amar.
Una pequeña obra para saborear, que nos obliga a pararnos a pensar sobre lo que nos rodea y nos convierte en filósofos de lo cotidiano.
Carlos Goñi Zubieta