Alba Clásica. Barcelona (1995). 176 págs. 1.600 ptas.
Entre 1820 y 1860 proliferó en Estados Unidos un género literario propio, las slave narrative, «narraciones de esclavos» escritas o dictadas por hombres de color y publicadas por los abolicionistas de los Estados del Norte. Una de las muestras más logradas, de las muchas que se publicaron, fue esta Vida de un esclavo…, escrita por Frederick Douglass (1818-1895), quien consiguió huir de Maryland en 1838 después de sufrir la trágica experiencia de la esclavitud. Douglass se unió a la causa abolicionista, dirigió periódicos y revistas, e incluso se convirtió en una de las voces más representativas que lucharon contra los efectos de la esclavitud. El libro de su vida, publicado en 1845, se convirtió muy pronto en un best-seller: sólo en cinco años se vendieron en Estados Unidos más de 30.000 ejemplares; en Gran Bretaña aparecieron nueve ediciones; al poco tiempo fue traducido al francés y holandés.
La influencia del medio sociocultural en el que aparecieron esas narraciones condiciona bastante su alcance literario, pues muchas de ellas eran, sin más, un eficaz método de propaganda abolicionista. Sin embargo, el relato de la vida de Frederick Douglass tiene, además de un indudable interés documental, unos valores literarios excepcionales. Su autor escribió, gracias a su autenticidad, un libro de esos que van derechos al corazón.
Muchas de las escenas que narra Douglass son inhumanas y crueles, como la despiadada actitud de los amos, quienes solían combinar los latigazos con una hipócrita y falsa piedad. Al final del libro, el autor incluye un Apéndice en el que explica su opinión sobre la peculiar religión que se vivía en los Estados del Sur. Douglass no entiende cómo para muchos habitantes del Sur la religión fue un apoyo para su crueldad. Su visión del cristianismo es más completa: «Yo amo el cristianismo puro, pacífico e imparcial de Cristo; y odio en consecuencia el cristianismo corrupto y esclavista».
Los efectos de la esclavitud son embrutecedores tanto en los esclavos como en sus propietarios. Lo que éstos pretenden es matar el alma, conseguir que los esclavos no piensen, oscurecer su visión moral e intelectual, y aniquilar por la fuerza toda la capacidad de razonar. La vida de un esclavo… es un testimonio estremecedor sobre las cicatrices psíquicas de la esclavitud.
Adolfo Torrecilla