Temas de Hoy. Madrid (1997). 259 págs. 2.750 ptas.
La extensa bibliografía sobre el integrismo islámico acaba de enriquecerse con esta obra del arabista andaluz Pedro Martínez Montávez. Es una visión mucho más próxima al conocimiento de la cultura islámica y, por ende, más capacitada para entender ese fenómeno político y religioso que de manera tan distorsionada ha sido presentado en otros ámbitos occidentales. Así, frente al catastrofismo que pretende convertir el Islam en la nueva amenaza del mundo liberal, el autor opina que tales planteamientos son fruto de una profunda ignorancia histórica, cuando no de la indiferencia intelectual o el desprecio del individuo culto occidental por lo árabe o islámico.
Martínez Montávez no se entretiene en desmoronar tantas teorías que han surgido a propósito del supuesto «choque de civilizaciones». Se ocupa, sobre todo, de pasar revista a la larga crisis que atraviesa el mundo árabe contemporáneo, desde la descolonización hasta las consecuencias de la Guerra de los Seis Días, para explicar el resurgimiento de los movimientos islamistas como sustitución del fracasado nacionalismo de corte socialista, en buena parte simbolizado por Gamal Abdel-Náser.
Una de las reflexiones que más llaman la atención, en este contexto, es el contraste entre las nuevas corrientes espirituales que afectan al mundo occidental y las que, paralelamente, se desarrollan en el islámico. El autor se pregunta con razón por qué una mezquita es presentada como potencialmente más peligrosa que una iglesia o una sinagoga. Para aclarar más esta idea acude al escritor Mulay Taieb Baiti, quien afirma: «A mi juicio, una renovación islámica, necesaria para la renovación del mundo, sólo puede hacerse en condiciones propicias para el conjunto de las naciones islámicas, si éstas logran romper, no con el modelo occidental, sino con el materialismo que es la base de ese modelo».
¿Se puede hacer ya un balance del fundamentalismo islámico y un vaticinio para el futuro inmediato? Martínez Montávez piensa que los movimientos islamistas sólo podrán encontrar su cauce dentro de una aceptación explícita de una auténtica pluralidad y de renuncia a la práctica terrorista; su mensaje religioso es anacrónico, superficial, reduccionista e intransigente; carecen de futuro en el marco de una cultura universal y no aportan alternativas económicas. Junto a estas premisas, unas convicciones: el Islam seguirá siendo una genuina seña de identidad del mundo árabe; Occidente no puede seguir tratando a este mundo como objeto de experiencias neocolonialistas ni seguir aplicando las dobles varas de medir, así como una abusiva injerencia en los asuntos internos so pretexto de una supuesta «modernización».
Manuel Cruz