Mondadori. Barcelona (1997). 172 págs. 2.500 ptas.
En su segunda novela, el italiano Paolo Maurensig (Gorizia, 1949) vuelve a adentrarse en la literatura de misterio, no tanto por la intriga sino por la continua referencia a temas filosóficos más allá de la trama argumental. Si en su primera novela, La variante Lüneburg (ver servicio 137/95), el ajedrez adquiría el protagonismo, en Canon inverso es la música la que se convierte en puerta de acceso a multitud de facetas del espíritu humano.
La novela narra la historia de Jenö Varga, un virtuoso del violín nacido a principios de siglo en un pequeño pueblo de Hungría. Varga muestra desde su niñez un prodigioso talento musical. Ya adolescente hereda el violín de su padre y consigue ser aceptado en la mejor academia musical europea, el mítico Collegium Musicum de Viena. Allí conoce a Kuno, un rico heredero de la nobleza austriaca, a quien queda unido por una profunda amistad. El don extraordinario que ambos tienen para la música será también el cauce de sus vidas.
Maurensig utiliza la música para poner en boca de los personajes profundas reflexiones acerca del ansia de perfección. Conseguir ese punto de infinitud se revela inaccesible a medida que uno se acerca al binomio técnica-espíritu con que se interpreta cada pieza. Como en La variante Lüneburg, hay algunas referencias a la ideología nazi, sobre todo en las reflexiones que apuntan a la capacidad de lograr la perfección como si fuera asunto exclusivo del patrimonio genético de una raza superior. La herencia musical se convierte así para algunos en una suerte de inmortalidad, negada a quienes no pertenecen a las más altas familias.
Aunque Canon inverso gira en torno a la amistad de los dos personajes principales, Maurensig ha preferido acercarse a lo que la amistad tiene de lucha, de unión-envidia. Al primar la reflexión por encima del propio diseño argumental, el autor utiliza siempre el recurso narrativo de la primera persona, lo que, junto a un estilo sobrio y elegante, hace que la novela resulte de fácil lectura y acrecienta su interés.
Pablo de Santiago