Edilesa. León (2000). 248 págs. 1.730 ptas.
Esta novela reconstruye las nueve cartas que Aristóteles, desde su exilio, envió a Antípatro tras la muerte de Alejandro Magno. Si bien no nos ha llegado resto alguno de ellas, sí que hay constancia de esa relación epistolar. También se conserva la cláusula testamentaria de Aristóteles, que el autor utiliza como hilo conductor de la narración epistolar y pretexto para la rememoración de su vida.
El autor, Alfredo Marcos, profesor universitario de Filosofía de la Ciencia, tiene el mérito de haber sabido aunar documentación histórica, científica y filosófica. Las referencias a los tratados biológicos de Aristóteles, poco conocidos y no vertidos al español en su integridad, son traducidos libremente por el autor según una cualidad poética que hace plantearse hasta qué punto el espíritu científico de Aristóteles no manaba de una profunda actitud estética y filosófica: la admiración. En otros pasajes del libro reconocemos palabras casi textuales de las obras de Aristóteles, sobre todo de las éticas y de la Metafísica.
Todo este material aflora con la espontaneidad propia de quien deja correr sus pensamientos y recuerdos en las cartas dirigidas a un amigo, creando un ritmo narrativo apasionado, vital y audaz.
La reconstrucción histórico-científica, ensamblada como recreación novelística, logra hacer verosímil a Aristóteles. Sus actitudes ante la esclavitud, sus relaciones familiares, las intrigas políticas en las que se vio envuelto, su amistad con Platón -a través de la cual el autor propone indirectamente cierta interpretación del posible platonismo aristotélico-, el pesar y las dudas por no haber transmitido a Alejandro Magno sus más importantes enseñanzas…, todo ello contribuye a que se resquebraje la imagen de un Aristóteles fosilizado.
Con la prudencia como guía, Aristóteles aparece convencido de que es posible actuar con rectitud y alcanzar la felicidad precisamente en circunstancias no siempre favorables. La novela contiene también una reflexión filosófica que empuja discretamente a cuestionar nuestra situación presente.
Marga Vega