Península. Barcelona (2000). 157 págs. 1.900 ptas.
Eugenio Trías es bien conocido por haber creado un sistema de pensamiento llamado «la filosofía del límite». Desde hace varias décadas, ha intentado responder mediante ese sistema a la pregunta clásica: ¿qué es el hombre? En primera instancia, para Trías, el hombre es el ser que ha abandonado la simple naturaleza e ingresado en un universo de sentido que llamamos mundo. El hombre habita un mundo con sentido.
Pero no solo habita el mundo, sino que también percibe que hay un más allá, un misterio que trasciende el mundo. Con ello, el hombre se sitúa en el límite entre el mundo y el misterio. La naturaleza es pre-humana; el misterio es supra-humano. Lo propio del hombre es su condición de límite, de frontera. Esta antropología tiene consecuencias para la ética. Si el hombre es límite, la pregunta de la ética (¿cómo debo actuar?) se responde, según Trías, diciendo «debes actuar de tal modo que te mantengas siempre en tu condición de límite».
Al lector le puede sonar todo esto a imperativo categórico kantiano con incrustaciones clásicas y existencialistas. Y, efectivamente, el filósofo catalán, buen conocedor de la historia de la filosofía, intenta que su ética del límite sea una síntesis total. De Kant toma el carácter imperativo y formal de la ética («debes actuar de tal modo…»), del estoicismo la pretensión de universalidad que se funda en la humana conditio (en este caso, la condición de límite), de Aristóteles la praxis como proceso para llegar a decisiones concretas, de Wittgenstein la naturaleza lingüística de la razón (y por lo tanto, la necesidad de guardar silencio sobre lo supra-humano).
El resultado es algo así como un animal mitológico: con cuerpo de toro, garras de león, cabeza de hombre… algo realmente original y sincrético. A primera vista, al menos, es un ser polimórfico que no infunde demasiada confianza.
Pero la propuesta que se realiza es muy sugerente, invita a ser profundizada y tiene el mérito de responder a un deseo sistemático, en una época que ha rechazado todo pensamiento «fuerte» y se ha refugiado en pseudo-filosofías como la de-construcción, el pensamiento débil, la genealogía, etc. Por el lenguaje y los conceptos que se utilizan, el ensayo es apto solo para los iniciados en la historia de la filosofía.
Gabriel Vilallonga