Debate. Madrid (2001). 208 págs. 3.100 ptas. Traducción: Carmen Gómez.
Winfried Georg Sebald nació en Baviera (Alemania) en 1943. Desde hace treinta y cinco años reside en Gran Bretaña, donde imparte clases de Literatura en diferentes universidades. Ese sentirse como desterrado y exiliado, siempre en actitud de viaje y de búsqueda, es, hasta ahora, el tema central de su literatura. Tal obsesión está también presente en Vértigo, la tercera de sus obras que se traduce al castellano; las otras dos son Los emigrados y Los anillos de Saturno (ver servicio 117/01), aunque Vértigo (1990) es anterior en el tiempo.
Otra de las constantes literarias del autor es la reflexión sobre la identidad alemana, tema que aborda en la última novela que ha publicado, Austerlitz. Sebald -que sigue escribiendo en alemán- está considerado hoy día como uno de los escritores más originales y prometedores de la literatura europea contemporánea, y sus novelas suelen recibir una entusiasta atención por parte de la crítica especializada.
Y llamamos novela a sus obras por decir algo, pues lo característico de la literatura de Sebald es la mezcla de géneros literarios. Hay en ella una singular simbiosis entre la ficción y el testimonio personal, o, con sus palabras, «el intento de relacionar los sentimientos personales, por un lado, y los recorridos objetivos de la historia, por el otro». Sus novelas, como ya sucedía con Los anillos de Saturno, no son, pues, fáciles de resumir, pues no contienen una trama clarificadora ni una historia redonda. Esto significa que tampoco son fáciles de leer.
En esta ocasión, la descripción de algunos pasajes biográficos de Stendhal y de Kafka, relacionados con sus viajes a Italia, le da pie para reconstruir algunos episodios biográficos, también relacionados con el simbolismo del peregrinaje. Sirviéndose de estos mecanismos formales, Sebald practica un autoanálisis literario, en donde lo biográfico cobra lentamente un mayor protagonismo. Así, viajando por Venecia, Verona, Milán, Viena, Innsbruck, solo o en compañía de Stendhal y Kafka, se enfrenta con su vida, practicando una morosa disección de su alma.
Pero esto no lo hace nunca de una manera directa. Sebald es un experto en la digresión culturalista, en la mezcla del pasado con el presente y de lo real con lo fantástico, en una estructura en la que también tienen cabida los experimentos formales, ya que incluye en sus narraciones dibujos, documentos, billetes de tren, fotografías, etc.
Su afán por ser aséptico deshumaniza un tanto su literatura, y su pasión por novelar ideas, algunas de gran calado y otras intuiciones leves, hace que al lector le cueste enganchar con su concepción de la literatura. Sebald sabe que es un escritor minoritario, lo que no le impide desplegar un tipo de literatura que, curiosamente, está trastocando los ya de por sí ambiguos límites de la novela.
Ángel Amador