Una visión crítica del voluntariado

Libros en torno a un tema

GÉNERO

La solidaridad y el voluntariado se han convertido en dos temas recurrentes. Y, precisamente por ser un mantra en medios de comunicación y discursos políticos de variado signo, cabe preguntarse qué contenido tienen hoy. Reflexionar con visión crítica al respecto no supone hacer una enmienda a la totalidad, sino aplicar cierto sentido común y la necesaria honradez intelectual, como demuestran dos recientes títulos.

Helena Béjar es profesora de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y doctora por la West-London University. El mal samaritano (1) -con el significativo subtítulo de «El altruismo en tiempos de escepticismo»- se inscribe en la línea de otros ensayos suyos sobre la tradición del hombre como ciudadano y la recuperación de la vida colectiva.

Este libro es resultado de una investigación de dos años basada en grupos de discusión en los que participaron diversos voluntarios de organizaciones no lucrativas. En gran medida, la obra es un intento de tipificar los diversos discursos que sostienen los voluntarios sobre su labor concreta, de señalar hasta qué punto son compatibles con la cultura dominante y también, en fin, de proponer un cierto modelo. Béjar añade a ese trabajo de campo sus reflexiones con profusas referencias bibliográficas.

La conclusión de la autora es que existen tres lenguajes genéricos en el voluntariado. Uno, el dominante, primario y hegemónico del individualismo: se trata de la ayuda como auto-realización, desde una posición de relativismo y valores muy débiles. Es el voluntariado de expresión y crecimiento personal, de altruismo indoloro de muchos jóvenes, compatible con la sociedad de consumo e igualmente ajeno tanto a la racionalización como a la compasión. El segundo discurso, según Béjar, es el cristiano, que hunde sus raíces en valores fuertes, en la compasión, el acercamiento y el sentido del deber. Es el voluntariado de muchas mujeres mayores que no se avergüenzan de hablar de caridad y de sentimiento. El tercer discurso es el del voluntariado cívico. Quienes se inscriben en él lo ven como un modo de participación en la esfera pública, lo que entronca con la tradición republicana con la que la autora se identifica. Se trata de voluntarios que, a diferencia de los anteriores (jóvenes y amas de casa, fundamentalmente), son profesionales de mediana edad.

Aunque algunas conclusiones de Béjar puedan resultar matizables, su libro aporta un incisivo análisis bastante ajeno a lo políticamente correcto. Demuestra que el rey -el voluntariado más «popular»- está bastante desnudo y que es necesario cierto rearme, más allá de modas, para su arraigo en la sociedad.

Antonio Madrid, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona, es el autor de La institución del voluntariado (2), una reflexión jurídico-filosófica. Su libro constituye una aproximación de hondo calado y excelentes conclusiones. Sus objetivos son dos: explicar el surgimiento de la figura legal del voluntario -al fin y al cabo, un cierto contrasentido- y reflexionar sobre el sentido social del acto voluntario. Está escrito con la pretensión de «servir de punto de contraste ante la tendencia actual a la instrumentalización del voluntariado y su sentido social».

Así, Madrid intenta aclarar primero en qué medida la suerte del Estado asistencial ha incidido en la institucionalización del voluntariado y sostiene que las políticas de voluntariado actuales pretenden abaratar las obligaciones sociales del Estado y legitimar sus políticas públicas. Explica, entre otros temas, por qué no son lo mismo tercer sector, sector no lucrativo y organizaciones no gubernamentales. Dedica el capítulo tercero a los conceptos de voluntad y gratuidad en la formalización jurídica del voluntariado, apartado que, con el primero, es el que requiere una mirada más especializada de jurista.

Madrid amplía notablemente el horizonte en los capítulos 4 y 5 con una brillante reflexión sobre el don del voluntariado y la capacidad transformadora de la colaboración social gratuita. Es aquí donde el autor realiza la aportación más significativa, no tanto porque sea menos «jurídica» y más asequible para el no especialista, sino porque reivindica un espacio -que hoy se olvida- ajeno a lo legal y mercantil o económico. Aunque puedan no ser asumibles algunas de sus conclusiones, el autor libera, en mi opinión, la carga que hoy soporta el voluntariado y le asigna su sentido original lejos de estatalismos y restricciones.

Aurora Pimentel_________________________(1) Helena Béjar. El mal samaritano. Anagrama. Madrid (2001). 189 págs. 2.000 ptas.(2) Antonio Madrid. La institución del voluntariado. Trotta. Madrid (2001). 233 págs. 2.200 ptas.

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