Los valores parecen estar de moda, al menos en el terreno editorial. Más allá de la epidérmica aproximación de algunos planteamientos de la llamada educación en valores, el tema requiere un análisis más profundo como el que proponen dos títulos recientes.
Javier Barraca ofrece una reflexión serena y clarificadora sobre La clave de los valores (1). La primera parte es una reflexión filosófica desde distintos ángulos y explica, entre otros aspectos, la relación de los valores con las virtudes. La segunda es la aplicación práctica al mundo del liderazgo, de la educación, del derecho, de la cultura y de la comunicación.
En los primeros capítulos Barraca centra sus reflexiones en torno a la definición de valores: «son las perfecciones en cuanto objetivamente acreedoras de aprecio y estima por parte del sujeto». Los valores son objetivos; a la apreciación subjetiva se le puede denominar valoración, pero no valor, aunque sea valiosa. Trata el autor a continuación de responder a las preguntas ¿de dónde proceden los valores? y ¿cuál es la fuente última de la que derivan? Utilizando conceptos del tomismo y de la fenomenología, perfila con claridad la fundamentación de los valores, así como su estudio desde el campo de la ética y en la doctrina social de la Iglesia. En ocasiones sus consideraciones son densas y propias de un especialista en filosofía, pero siempre sugerentes.
La segunda parte se dedica a distintos ámbitos de aplicación de los valores. En el terreno educativo el autor muestra el pensamiento de López Quintás y centra la educación en valores en la comunicación que se produce en el encuentro personal, fruto de la generosidad. Clarifica el término, tan manido y con connotaciones tan diversas, de educación en valores. A su juicio, es esencial la calidad del educador y la libertad del educando.
La aplicación al derecho le lleva a tratar los fundamentos del derecho, la axiología jurídica y los derechos humanos. Por lo que respecta a los valores en la comunicación, centra su exposición en el respeto a la verdad y la prudencial conjunción de dos valores, el de la intimidad humana y el de la libertad de expresión.
Por último, trata de los valores en la cultura. En un mundo intercultural como el nuestro, la relación puede ser de imposición, de sincretismo o de integración, siendo la última la verdaderamente enriquecedora.
Este ensayo es de interés especial para filósofos, educadores, juristas, personas del mundo de la comunicación y humanistas en general.
En Las claves de los valores (2), Carlos Díaz, director de la revista Communio, presenta un ensayo original y valiente, escrito según los planteamientos del personalismo comunitario. Comienza con la exposición de las grandes etapas que en los valores se han dado en Occidente a lo largo de los siglos hasta llegar al pensamiento postmoderno. Explica con pinceladas rápidas las dificultades que la persona tiene para una correcta apreciación de los valores. Con algo más de detalle analiza las derivadas de la hipertrofia o de la atrofia de los afectos.
Del valor a la virtud
Tras un breve repaso de la historia de la filosofía, insiste en la vivencia personal, ya que «al enunciado de un valor ha de seguirle la vivencia del mismo como virtud». Una vez aclarada la realidad objetiva del valor, pasa a la necesaria escala de valores que toda persona tiene. De todos los valores se detiene especialmente en el religioso, al que destina un capítulo, donde hace una serie de consideraciones de gran riqueza espiritual sobre la oración y el trato con los demás hombres, a los que ve como «iconos de Dios».
Dedica a continuación unas páginas al cumplimiento amoroso del deber en unos términos poco frecuentes de leer hoy día y trata con maestría de la forja del carácter. Todo el libro, pero especialmente este capítulo, tiene un tono personalista. Después dibuja con trazos breves algunas de las virtudes necesarias para alcanzar la madurez y realización personal. Insiste en la necesidad que tiene la persona de recibir y de darse en una relación amorosa.
Tras dedicar duras palabras a algunos intelectuales que han renunciado a buscar y defender la verdad, perfila un modelo de maestro vocacional que con su vida y con su palabra va abriendo camino a sus alumnos. Es muy crítico también al refiere a las instituciones educativas católicas que han perdido su identidad cristiana y que sólo conservan un ropaje ambiguo de humanismo cristiano. Termina este apartado con cuatro sugerencias prácticas para tratar de conseguir que esos centros educativos recuperen su identidad cristiana. Quizás hubiera sido justo dedicar unas líneas a quienes sí buscan la verdad y la defienden, pues también existen.
Concluye el libro con la breve exposición de los postulados básicos que propone el Instituto Emmanuel Mounier: contacto real con la pobreza, estudio de esa realidad, presencia social para transformarla y apoyo en Cristo para lograrlo.
El libro contiene muchas frases que son fogonazos de luz que requerirían una explicación más detallada o matizar algún aspecto. Pero quizás eso excede al planteamiento de este ensayo original e incisivo, de gran interés para filósofos y educadores.
José Manuel Mañú_________________________(1) Javier Barraca Mairal. La clave de los valores. Unión Editorial. Madrid (2000). 190 págs. 1.560 ptas.(2) Carlos Díaz. Las claves de los valores. EIUNSA. Madrid (2001). 192 págs. 1.800 ptas.