Paidós. Barcelona (2000). 171 págs. 1.900 ptas. Traducción: Javier Palacio.
Este ensayo no es la traducción al ámbito intelectual de Astérix, en su desigual lucha desde una homogénea comunidad gala contra el universalismo romano; ni del más actual, pero no menos pintoresco, líder agrario francés José Bové, en su batalla, primero a pedradas y ahora en los tribunales, contra el imperio de MacDonald’s. Pero el segundo ensayo político de Jean-Marie Guéhenno, escritor y abogado francés, comparte cierto gusto por lo quijotesco, en su denuncia de los males que acarreará la globalización en todos los terrenos, no solo el político.
Para el intelectual y componente de ese exquisito cuerpo de devotos del viejo Estado francés, graduados por la Escuela Nacional de Administración, la globalización impuesta por la economía amenaza dejar al individuo-ciudadano a la intemperie frente a las fuerzas anónimas que se esconden tras las multinacionales y las redes cibernéticas, caricatura patética en sus chats de la vieja ágora griega. Guéhenno, autor también de El fin de la democracia (ver suplemento 4/95), acierta en su diagnóstico de la desprotección del individuo cuando faltan sociedades intermedias entre él y el poder máximo; pero muestra la hilacha de su nostalgia del viejo Estado benefactor francés cuando se lamenta de que los Estados-nación corren el riesgo de desaparecer como actores y protagonistas del bien común, para convertirse en meros gestores de una compleja sociedad global.
El porvenir de la libertad acierta también al describir cómo el mercado no genera por sí solo una comunidad, como tampoco el televoto -si alguna vez llegara a implantarse- generará una comunidad política. El riesgo de deshumanización impuesto por la técnica global, el mercado global y la democracia directa, se ponen en contraste con la «libertad de los hombres antiguos», aquellos que discutían en los foros y mercados cara a cara. La deshumanización se limita a esta carencia, y no a la falta de otros valores espirituales que habitan en el hombre, y a los que Guéhenno no hace prácticamente mención alguna en este ensayo.
Pese a lo dicho anteriormente, Guéhenno rompe una lanza en favor de la democracia norteamericana, algo poco frecuente en un autor francés. Europa cuenta con la memoria y con su historia para ser capaz de crear en el futuro «sociedades intermedias» ante el vértigo de la globalización. En cambio, Estados Unidos se apoya, a falta de historia, en el contrato social, motor de un espíritu de asociacionismo que le sitúa en ventaja frente a los ciudadanos del Viejo Continente.
Francisco de Andrés