El amante de mi madre

AUTOR

TÍTULO ORIGINALDer Geliebte der Mutter

GÉNERO

Siruela. Madrid. (2001). 106 págs. 11,72 €. Traducción: Carlos Fortea.

En los primeros años del siglo XX, Clara y Edwin se enamoran. Ella es una joven burguesa adinerada y él un aprendiz de director de orquesta, pobre y arrebatado por la música. La relación amorosa se rompe con el matrimonio de Edwin -con otra-, no así la terca pasión que acompañará y llevará a Clara hasta la tumba. Clara conocerá la miseria tras el crack de los años 20 y Edwin se enriquecerá gracias a la urgencia armamentística de los totalitarismos que emergen en Europa. Como indica el título, un hijo de Clara es el narrador.

Es la historia del egoísmo humano, de una inmoralidad más acentuada aún que la de algunas de sus consecuencias descritas en la novela. En este sentido, la historia de Clara y Edwin no aporta gran cosa: salvo en la ambigüedad de su final, resulta convencional aunque en ningún momento aburrida. Hay páginas donde el lenguaje literario alcanza su apogeo de capacidad connotativa, como aquellas en las que el autor contrapuntea telegráficamente el ascenso militar de Hitler y el estado anímico alborotado de la protagonista.

La elipsis y ocultación propias del género corto dotan de gran importancia a lo que no se dice, de paso que incrementan la capacidad intuitiva del buen lector. Así, la pieza está llena de sugerencias, de escenas sin una clara moraleja, de rasgos de carácter apenas esbozados, de diálogos y situaciones oscuramente relacionados con la trama. Urs Widner (Basilea, 1938) demuestra talento por su precisión y economía de elementos expresivos, aunque quizás no mida bien algunos detalles que no terminan de explicarse. El efecto de su prosa bruñida y límpida se amplifica gracias a un sobresaliente sentido del ritmo narrativo.

Una circunstancia atrayente como es la pasión por la música (típica de la novela centroeuropea), una compleja historia de desamor y una intensidad como la de la novela corta: bien administrados -y aquí lo están-, son tres ingredientes exitosos. Aun así, no parece razonable, ni siquiera romántico, que el amor, algo radicalmente humano que mejora y dignifica lo que toca, justifique (como así es, desde luego, para el hijo de Clara) algunos comportamientos de la protagonista.

Javier Cercas Rueda

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