Siguiendo la estela de películas sobre chavales gravemente enfermos como Bajo la misma estrella, Cartas a Dios, Vivir para siempre, Maktub… esta cinta se centra en dos adolescentes con enfermedades muy graves, que se conocen en una clínica y se enamoran, interpretados por unos magníficos Haley Lu Richardson y Cole Sprouse. La película huye del melodrama-pastel, aunque no nos ahorra algún momento lacrimógeno.
En conjunto funciona, entretiene e incluso emociona. Los protagonistas padecen una enfermedad cuyo mutuo contagio puede ser mortal y la distancia entre ambos nunca debe ser inferior a dos metros. Ello les obliga a amarse sin contacto físico, a controlar sus deseos y respetarse al máximo, lo cual, en los tiempos que corren suena incorrecto políticamente. Una película convencional pero bastante estimable.