El aborto es uno de los temas que más ruido mediático provoca. Pero también uno sobre los que menos se reflexiona y se habla en la vida diaria. Un equipo de sociólogos estadounidenses ha buceado en esos silencios y concluye que, para la mayoría de la gente, el aborto dista mucho de ser un bien social.
Dirigidos por Tricia C. Bruce, profesora en la Universidad de Texas en San Antonio, los autores de How Americans Understand Abortion entrevistaron en profundidad a una muestra representativa de 217 adultos. Cada entrevista duró de media unos 75 minutos, tiempo suficiente para valorar aspectos a los que normalmente no atienden las encuestas: la consistencia lógica del discurso, la riqueza del vocabulario moral, la huella de la educación familiar, la experiencia de la maternidad/paternidad, etc.
Tras esta inmersión, han llegado al convencimiento de que las respuestas predeterminadas que suelen dar a elegir los sondeos sobre el aborto no reflejan bien las actitudes posibles en este tema. Tampoco ayuda la falta de acuerdo sobre el significado de ciertos términos, como “provida”, “proelección”, “moralidad”…
Por ejemplo, “no todos los que consideran inmoral el aborto quieren prohibirlo en todas las circunstancias”. A la vez, “no todos los que no tienen problemas morales con el aborto, quieren legalizarlo en cualquier circunstancia”. La variedad de posiciones no acaba aquí, pues el eje moralidad-legalidad admite múltiples opciones: el 14% de los entrevistados quiere prohibir el aborto en todos los casos, porque creen que el aborto está mal; de entre el 35% de los que quieren que el aborto sea legal en cualquier supuesto, la mitad tiene reparos morales; el 38% del conjunto afirma que la moralidad del aborto depende de cada situación, etc.
La compleja casuística que muestra el estudio refuta la idea de que el aborto es un tema superado. “Casi todos los estadounidenses se sienten en conflicto de alguna manera con el aborto. Las encuestas subestiman la ambivalencia”, sobre todo teniendo en cuenta que no son pocos los que aún no tienen clara su postura.
Sobreexpuestos sin información
Que la oposición moral al aborto es más amplia que la legal es algo que ya han mostrado algunos sondeos de respuestas cerradas, como los de Gallup. Lo interesante del nuevo estudio, encargado por la Universidad de Notre Dame, es que deja hablar largo y tendido a los participantes. Y de ahí sale a la luz un torrente de reflexiones, sentimientos, experiencias… “Las encuestas no tienen en cuenta la forma en que muchos estadounidenses ofrecen aclaraciones y reservas, se contradicen a sí mismos, evitan responder, cambian de opinión y piensan las cosas sobre la marcha”.
Lo habitual es que unos pocos datos y unos argumentos morales más bien pobres acaben conduciendo a posiciones cuyas implicaciones se han pasado por alto
Es este material invisible –el ámbito de lo no hablado– el que los investigadores quieren reintroducir en la conversación pública sobre el aborto, para compensar el peso de otros elementos que generan más ruido. Aunque los autores se abstienen de hacer valoraciones morales, da la impresión de que tienen cierta preferencia por las zonas grises. En cualquier caso, su análisis y sus recomendaciones resultan útiles para mejorar la conversación pública sobre el aborto. Lo que pasa por “mejorar la formación en biología, derecho y razonamiento moral”.
Uno de los puntos que subrayan es que este es un tema más personal que político, sobre el que la mayoría “no ha pensado detenidamente”. Lo habitual es que unos pocos datos y unos argumentos morales más bien pobres acaben conduciendo a posiciones cuyas implicaciones se han pasado por alto.
Un ejemplo: muchos de los entrevistados dicen estar familiarizados con la famosa sentencia de 1973 Roe vs Wade, pero la mayoría no sabe decir de ella más que legalizó el aborto en todo el país, sin aludir a sus implicaciones para las regulaciones estatales. También es grande el desconocimiento sobre las restricciones vigentes en el estado donde vive la persona entrevistada.
Paradójicamente, esta desinformación convive con la sensación de que el aborto es un tema omnipresente en la política, los medios de comunicación y las redes sociales. Entre otros efectos, explica el informe, la sobreexposición genera en unos la falsa impresión de estar informados; en otros, cansancio y desinterés. Además, la presencia de este tema en las redes sociales –hay que suponer que por el activismo de unos pocos– no se corresponde con el tiempo que ocupa en las conversaciones cara a cara. “No creo que haya hablado sobre el aborto con alguien durante más de uno o dos minutos [en mi vida]”, dice uno de los entrevistados.
La mayoría no quiere el aborto
Entre las recomendaciones del estudio, destaca la de crear las condiciones adecuadas para que los partidarios y los contrarios al aborto puedan escucharse y entrar en un “terreno común”. Esta expresión suscita sospechas, pues a veces se ha usado –también en el propio campus de Notre Dame– para hacer referencia a una postura compartida a la que unos y otros llegarían a fuerza de ceder posiciones. Pero no es este el sentido que parece emplear el estudio. Su idea de un “terreno común” anima a centrarse en aquellos puntos del debate que puedan contribuir a lograr “el objetivo común de reducir las circunstancias que dan lugar a decisiones de abortar”.
Es evidente que esta solución no gustará a quienes quieren un derecho al aborto con todas las de la ley. Pero la mayoría de los ciudadanos piensa de otra manera: “Ninguno de los estadounidenses que entrevistamos habló del aborto como un bien deseable. Las opiniones varían en función de si ha de ser accesible, si está justificado o si es necesario. Pero no defienden el aborto como si fuera un acontecimiento feliz o algo muy apreciado. (…) En cambio, escuchamos acerca del deseo de prevenir, reducir y eliminar las posibles circunstancias difíciles o inesperadas que conducen al aborto”.