La técnica de manipulación genética CRISPR-Cas9, que ha merecido el premio Nobel de Química de este año para sus inventoras, Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, sigue siendo objeto de debate ético: ¿sería lícito, y en qué casos, emplearla para cambiar el genoma en línea germinal humana (gametos o embriones)? Lícito o no, está muy lejos de ser factible, según muestra un estudio recién publicado.
Un equipo de investigadores ha dado a conocer en la revista Cell sus intentos de eliminar un trastorno hereditario en embriones humanos (creados al efecto en laboratorio). Eso es lo que se aspira a conseguir algún día mediante la técnica CRISPR-Cas9, y así se eviten enfermedades y deficiencias incurables causadas por el defecto de un solo gen. Una de ellas es la retinosis pigmentaria, que lleva a la pérdida progresiva de visión hasta la ceguera total, y se debe a una mutación del gen EYS, ubicado en el cromosoma 6. Esta anomalía afecta aproximadamente a una de cada 30.000 personas.
Dieter Egli (Universidad de Columbia) y sus colaboradores tomaron esperma de un hombre que sufre tal ceguera para fecundar in vitro 40 óvulos. Aplicaron el CRISPR-Cas9 a 37 de ellos, y dejaron intactos los restantes para comparar. En alrededor de la mitad de los casos, tras cortar el segmento de ADN donde estaba el gen defectuoso, no hubo la reparación deseada, sino que se perdió gran parte del cromosoma o el cromosoma entero. “Es un resultado muy adverso”, ha dicho Egli.
Un fallo frecuente
Michael Zuccaro, otro de los autores del estudio, señala que hasta ahora, los experimentos con células de ratones y de humanos habían dado dos resultados posibles de cortar el ADN: una reparación exacta o unos pequeños cambios que pueden dar un gen funcional. La tercera posibilidad, la pérdida de un cromosoma entero o de una gran parte, no se había observado hasta ahora, y además se mostrado muy frecuente, ha dicho Zuccaro.
“Esperamos que estos hallazgos sirvan de advertencia y disuadan de hacer aplicaciones prematuras de esta técnica”
Esto pone en duda los resultados de un experimento anterior, que está considerado el de mayor éxito en reparación del genoma de embriones. Se trata del publicado en 2017 por Shoukhrat Mitalipov y otros, sobre el gen que origina la miocardiopatía hipertrófica, hereditaria y causante de muerte súbita en personas jóvenes. Ya en su día otros científicos cuestionaron algunos aspectos del estudio porque no estaba claro cómo se había corregido la secuencia de ADN a la que se había aplicado la técnica CRISPR-Cas9. Ahora cabe otra interpretación: que no se corrigiera sino que se perdiera.
En cuanto a las dos gemelas chinas que, según los responsables del experimento, nacieron en 2018 tras cambiarles, mediante CRISPR-Cas9, un gen por otra versión que protege contra el virus del sida, no se sabe si se han desarrollado normalmente y están sanas. El científico que lo hizo fue condenado luego a tres años de prisión por práctica médica ilegal. Desde el principio, el anuncio suscitó un rechazo prácticamente universal, también de las inventoras de la técnica, que apoyan la moratoria, pedida por muchos, a la aplicación en línea germinal.
Embriones destruidos
El estudio recién publicado confirma que el CRISPR-Cas9 en embriones dista mucho de ser eficaz y fiable, aparte de que sería difícil saber si una manipulación exitosa no tendría efectos dañinos a largo plazo (un cambio en el genoma de un embrión se propagaría al organismo entero para siempre y se trasmitiría a los descendientes). El problema está en que de los procesos biológicos que rigen el desarrollo de los embriones humanos no se sabe bastante para controlarlos. Por eso, en referencia a su propio experimento, Egli ha dicho: “Esperamos que estos hallazgos sirvan de advertencia y disuadan de hacer aplicaciones prematuras de esta técnica”.
En cambio, hay más posibilidades de éxito con células somáticas. En los últimos años se han emprendido estudios de terapia génica con CRISPR-Cas9, para tratar enfermedades como distintos tipos de cáncer o la anemia falciforme. Algunos han llegado a la fase inicial de ensayo clínico o están próximos a ella.
Los experimentos de este último tipo no suscitan controversia. Y de la aplicación en línea germinal, hay un punto que tampoco se suele discutir: el uso y destrucción de embriones humanos, que se han convertido en material para experimentar, merced a la fecundación artificial. De hecho, el sumario del último estudio publicado lo justifica por la utilidad que tendría corregir anomalías genéticas en embriones de parejas portadoras que recurren a la reproducción asistida.