Los factores escolares que más afectan al rendimiento de los alumnos

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Con el fin de conocer cuáles son las intervenciones educativas más rentables, un nuevo informe de la OCDE relaciona y analiza los datos proporcionados por dos de sus estudios más conocidos, uno sobre las habilidades académicas de los estudiantes adolescentes (PISA) y otro sobre las prácticas docentes y condiciones laborales de los profesores (TALIS). El resultado es una especie de “hoja de ruta” para mejorar la política educativa.

El informe, Positive, High-Achieving Students? What Schools and Teachers Can Do, analiza un gran número de indicadores que se pueden dividir, como indica el título, en dos grandes bloques: los que tienen que ver con el profesor (su docencia y también su bienestar laboral) y los que están relacionados con la escuela. El campo de estudio son todos los países miembros de la OCDE, aunque el foco se pone especialmente en ocho de ellos. De media, se han analizado unas 135 escuelas por país, y 35 estudiantes y 20 profesores por escuela.

El informe parte de la base de que, aunque en los últimos años ha aumentado de forma estable la financiación por alumno, los resultados académicos mostrados en PISA se han estancado. Teniendo en cuenta los posibles recortes en la inversión durante los próximos años por la crisis económica, es más necesario que nunca detectar los factores que de manera más directa influyen en el rendimiento educativo: tanto en lo estrictamente académico como en el desarrollo socioemocional de los estudiantes. En este sentido, el estudio no solo valora la puntuación obtenida en las tres pruebas de PISA (lectura, matemáticas y ciencias), sino también el impacto de cada factor en otros indicadores como la “sensación de pertenencia” al colegio –que suele actuar como barrera al fracaso escolar– o las aspiraciones formativas de los alumnos.

El profesor implicado

¿Cuáles son esos factores? El estudio se cuida mucho de presentar “balas de plata” educativas. El rendimiento de un estudiante depende de muchas variables, tan imbricadas que no es sencillo desligar el impacto de cada una en particular, y menos establecer una causalidad clara.

En cualquier caso, a la vista del informe se pueden señalar algunos factores positivos. En lo que toca al profesor, existe una relación obvia –y esperable– entre la proporción de tiempo que los docentes dedican propiamente a la instrucción (en vez de a cuestiones disciplinarias o administrativas) y el rendimiento de los estudiantes. También resulta muy efectivo el tiempo dedicado a la corrección de tareas y exámenes.

Las notas aumentan cuando lo hace el tiempo dedicado a la instrucción directa y a la corrección de exámenes y tareas

Pero corregir es una actividad que requiere mucho tiempo, y puede llegar a abrumar al profesor. En este sentido, el informe muestra una relación que a simple vista puede parecer paradójica. Por un lado, existe un nexo entre el mayor bienestar laboral manifestado por el profesor y las notas de los alumnos. Por otro, estas son más altas allí donde un mayor porcentaje de docentes dicen estar “estresados por la cantidad de trabajo”. Esto puede indicar, según los autores del estudio, que los profesores más comprometidos con la educación de sus alumnos tienden a examinarles o mandar tareas con mayor frecuencia, y a dedicar más tiempo a la preparación de las clases, aspectos que mejoran la calidad de la instrucción. El beneficio de este “estrés”, de hecho, es mayor para los estudiantes con bajo rendimiento. Así pues, tendría un efecto positivo e igualador, aunque hay que procurar que el docente no llegue a “quemarse”.

Otro tiempo bien invertido es el que los estudiantes pasan junto a sus profesores en actividades extracurriculares. Allí donde es más elevado, mejoran las notas y el clima de disciplina en las clases ordinarias. Además, los alumnos que participan dicen aspirar a cursar estudios superiores en mayor proporción que los que no.

Por otro lado, el informe constata que los estudiantes con mejores notas en PISA señalan haber recibido con mayor frecuencia un tipo de instrucción rica en activación cognitiva. Un ejemplo de esta práctica es proponer a los alumnos un problema que no tiene una solución única u obvia, de tal forma que tengan que utilizar distintos enfoques para resolverlo.

La importancia de la escuela

El informe también destaca algunos factores que tienen que ver con la escuela en su conjunto, y no con la labor de los docentes. El que más influencia demuestra en las notas es, con diferencia, el perfil socioeconómico del alumnado. Por un lado, a cada estudiante le afecta su propia condición, pero los datos también constatan un “efecto de grupo”: si en la clase se da una concentración de estudiantes pobres o de poca cultura, bajan de media las notas y también las aspiraciones académicas, aunque lógicamente a unos les influye más que a otros.

El nivel socioeconómico actúa como un importante mediador de todos los demás factores. Por ejemplo, cuando se descuenta su influencia, el impacto positivo del tiempo dedicado a dar clase, a corregir exámenes o a actividades extracurriculares se reduce claramente. Esto indica, por un lado, que por sí solas estas circunstancias no son tan determinantes, pero también que son mucho menos frecuentes en los colegios con un alumnado desfavorecido.

No obstante, esto no significa que estas escuelas se encuentren atadas de manos. Por ejemplo, dado que la presencia de alumnos de buenas notas, independientemente de su estrato social, afecta positivamente al rendimiento general, los centros deberían repartirlos por las clases en vez de concentrarlos en itinerarios “para listos”. El clima corporativo de disciplina también ayuda, al igual que la participación de los padres en las actividades del centro o la evaluación frecuente del profesorado. En cambio, otras características menos personales y más “estructurales”, como el gasto por alumno, el tamaño de las clases o la proporción de docentes con títulos superiores, parecen tener un impacto más reducido.

Diferencias entre chicos y chicas

Un capítulo interesante del informe es el dedicado a analizar la influencia de los diferentes factores estudiados en el rendimiento escolar de los adolescentes (la prueba PISA se administra a estudiantes de 15 años) según el sexo. El cruce de los datos académicos –en concreto, el estudio se fija en la prueba de lectura– con los referidos al clima escolar y las prácticas docentes arroja resultados reveladores.

La disciplina, los exámenes frecuentes y la implicación de los padres ayudan a los chicos a acercarse a las chicas en lectura

En general, pinta a los chicos como alumnos más necesitados de protección y de control que las chicas a esa edad. Por ejemplo, los datos señalan que ellos son más sensibles a la influencia del nivel socioeconómico, tanto el suyo propio como el del grupo. También acusan más la falta de disciplina en clase. El informe constata que la desventaja de los chicos en lectura (que es un fenómeno común en casi todos los países) crece a medida que aumentan este tipo de incidencias. Esto concuerda con algo en lo que están de acuerdo estudios anteriores: los alumnos varones se sienten más presionados que sus compañeras para encajar en el estereotipo del mal estudiante, despreocupado, apático y desafiante.

En cambio, a los chicos les viene bien que haya exámenes frecuentes. En las escuelas donde ocurre esto su desventaja en lectura decrece respecto a las chicas, a las que la competitividad y la presión que supone el examen parece que no les hacen tanta falta. De la misma forma, la mayor implicación de los padres en las actividades escolares les sienta especialmente bien a los chicos. También les beneficia que los profesores sean evaluados por el rendimiento de sus alumnos, lo que les obliga a estar más encima de ellos.

Por otro lado, tanto a chicos como a chicas les ayuda contar con profesores de su mismo sexo, sobre todo en las asignaturas que no se corresponden con los estereotipos de lo masculino y lo femenino. Igualmente, el informe recuerda algunos estudios que muestran un mejor rendimiento en matemáticas de las chicas que estudian en colegios single sex que las de sus colegas de centros mixtos.

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