Étienne (Kad Meran) es un actor que no pasa por un buen momento profesional. Para invertir su tiempo libre en algo positivo decide acudir como voluntario a un centro penitenciario para montar allí un pequeño grupo teatral. Cuando consigue que se apunten seis o siete internos, se lanza a preparar con ellos una representación de Esperando a Godot de Samuel Beckett. Étienne lo tiene muy difícil, ya que sus insólitos actores no son precisamente un derroche de habilidades sociales e intelectuales. Pero su paciencia y empeño darán sus frutos… aunque inesperados.
Inspirada en unos sucesos ocurridos en Suecia, esta comedia francesa sigue la estela dramática de muchas películas que tratan de una especie de equipo de antihéroes que alcanza el improbable éxito gracias a la tenacidad de su líder, como El concierto (2009), El gran baño (2018) o Campeones (2018). El tono del film es naturalmente positivo, no solo porque nos habla de historias de superación, sino porque estas se basan en la fe que Étienne tiene en los internos, en la confianza en sus posibilidades, sin caer nunca en la tentación de mirarles a través de los delitos que cometieron. Interesante es el juego dramático que da la elección de la obra de Beckett, y la interpretación que los presos hacen de la misma.