Un maduro empresario multimillonario quiere pasar a la Historia y piensa que, para conseguirlo, nada mejor que financiar una película con artistas de renombre. Para eso ficha a una directora archiconocida y a dos famosísimos actores. Pronto estallará entre ellos una tremenda guerra de egos.
En Un ciudadano ejemplar, los argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn demostraron su buena mano para la farsa y para poner de vuelta y media todo el esnobismo que rodea –o puede rodear– el mundo de la cultura, en concreto, el mundo literario. La película acababa siendo una hilarante y feroz radiografía sobre la vanidad de los escritores y la feria que puede llegar a montarse alrededor de los premios culturales.
Competencia oficial parte de una premisa si…
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