Protesta en Santiago (Chile), noviembre de 2019 (CC Gonzalo Mendoza)
Corría marzo de 2020 y Chuck Schumer, líder de los demócratas en el Senado estadounidense, en un mitin a favor del aborto, amenazó a dos jueces del Tribunal Supremo: “Han desatado un torbellino, y pagarán el precio… no sabrán qué les golpeó si siguen adelante con estas terribles decisiones”. Dos años después, la Corte Suprema ha sido vallada por rejas de dos metros de alto y las casas de los jueces tienen protección policial las 24 horas del día. La retórica de algunos políticos es sintomática de un torbellino desatado imprudentemente por quienes deberían ser los primeros en condenar la violencia como método de acción política y que ahora, aparentemente arrepentidos…
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