Carteles electorales de Recep Tayyip Erdogan y Kemal Kilicdaroglu en Estambul (tolga ildun/Shutterstock)
Turquía cerraba el domingo 14 de mayo su jornada electoral más importante en décadas. El recuento de votos se siguió con máxima tensión durante la noche, y el actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, rozó la victoria en la primera vuelta. Sin embargo, los resultados de la madrugada confirmaban que será necesaria una segunda vuelta para definir si Erdogan se mantendrá otros cinco años en el poder o si Kemal Kiliçdaroglu, el candidato opositor, conseguirá arrebatarle el poder y poner fin a los veinte años del mandatario al frente de la república de Turquía.
La participación alcanzó una cifra récord: el 88% de los votantes acudió a las urnas, lo que da una idea de la importancia de estos comicios. Hacía falta más del 50% de los votos para vencer en la primera vuelta. Erdogan consiguió el 49,5%, mientras que Kiliçdaroglu obtuvo el 44,89%. El tercer candidato, Sinan Ogan, líder de la alianza de ultraderecha nacionalista ATA, se llevó el 5,17%, lo que supone cerca de tres millones de votos que se convertirán en la llave a la presidencia en la segunda vuelta. El último candidato era Muharrem Ince, que apenas sacó el 0,44%.
La nueva cita electoral tendrá lugar el próximo 28 de mayo, por lo que se esperan dos intensas semanas de campaña antes de que los votantes vuelvan a acudir a las urnas, esta vez a decidir entre los dos vencedores de la primera vuelta: Erdogan y Kiliçdaroglu.
Estas elecciones han tenido lugar tres meses después de que un devastador terremoto acabara con la vida de más de 50.000 personas y ocasionara alrededor de cinco millones de desplazados. Además, Turquía se encuentra sumida en una profunda crisis económica que se agudizó con la pandemia y a la que se suma el reto de la reconstrucción tras el seísmo.
La llave ultraderechista de la segunda vuelta
Para vencer en la segunda vuelta, será clave conseguir el apoyo de la ultraderecha de Sinan Ogan. Consciente de su papel en estas elecciones decisivas, Ogan ha anunciado en una entrevista a Reuters que va a consultar con sus bases antes de decidir a qué candidato prestará su apoyo. Sin embargo, ya ha anunciado sus líneas rojas: la lucha contra el terrorismo [kurdo] y la expulsión de los refugiados sirios. Señaló además el mantenimiento de los principios seculares de la república turca fundada por Atatürk.
Para conseguir el apoyo decisivo de Ogan, la coalición opositora de Kiliçdaroglu –formada por seis partidos que van del centro izquierda a la derecha nacionalista– tendría que alejarse del partido prokurdo (HDP), que ha apoyado públicamente la candidatura del opositor desde fuera de la coalición. Por otra parte, cumpliría con la condición del secularismo, ya que la fuerza política de Kiliçdaroglu, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), es un partido socialdemócrata laico. Está por ver qué decisión tomará el candidato en una posible negociación con Ogan. El ultraderechista ha anunciado que firmará un acuerdo público y transparente con aquel al que se decida a apoyar, con los compromisos a los que han llegado.
Por primera vez en 20 años la oposición tiene una posibilidad real de arrebatar el poder al Erdogan
En cuanto a Erdogan, ha recibido el apoyo del partido islamista kurdo y en sus listas figuran tres diputados de esta formación. Además, Ogan fue expulsado hasta dos veces del Partido de Acción Nacionalista (MHP), tradicional socio del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), partido de Erdogan. Esta circunstancia le ha llevado a sostener una postura muy crítica contra el presidente, atrayendo el voto nacionalista descontento con Erdogan. Por otra parte, la deriva islamista del actual presidente sería un obstáculo para ganarse el apoyo de Ogan, que pide garantías de secularismo, mientras que Erdogan ha hecho concesiones a partidos islamistas a cambio de su respaldo.
El programa de la oposición
La trascendencia de estas elecciones está en que por primera vez en 20 años la oposición tiene una posibilidad real de arrebatar el poder al Erdogan. Además, lleva en su programa el retorno al sistema parlamentario, que el actual mandatario turco cambió a un sistema presidencialista que le ha permitido eliminar la figura del primer ministro, asó como acaparar todo el poder ejecutivo y parte del legislativo y del judicial.
Desde el referéndum de 2017, que hizo efectivo este cambio de régimen, Turquía ha tomado una deriva autoritaria en manos de Erdogan. Esta situación ha hecho posible que partidos muy distintos se hayan unido en una misma coalición liderada por el principal partido de la oposición, el CHP. Además de volver al sistema parlamentario y al equilibrio de poderes, Kilicdaroglu pretende devolver derechos y libertades fundamentales que se han ido deteriorando durante los últimos años en Turquía.
De hecho, la oposición ha jugado la campaña en desventaja, ya que Erdogan tiene el control de los principales medios de comunicación y existe la censura en redes sociales. El partido prokurdo lo ha tenido especialmente difícil, ya que se enfrenta a una posible ilegalización por parte de los tribunales, lo que ha afectado a su campaña, pero no le ha impedido renovar su puesto como tercera fuerza parlamentaria.
La coalición opositora ha tratado de hacer una campaña en positivo, sin criticar al gobierno y sin hacer uso electoral del desastre del terremoto. En política exterior, han prometido un mayor acercamiento a la Unión Europea y a Estados Unidos, así como una relación más equilibrada con Rusia en el conflicto de Ucrania, en el que Turquía es un mediador clave.
El pulso decisivo de la segunda vuelta
Erdogan parte con la ventaja que le da el haber obtenido el mayor porcentaje de voto en la primera vuelta. Además, el AKP ha sido el partido con más escaños en el Parlamento y junto con sus socios asegura la mayoría absoluta de la cámara. Esto hace que pueda jugar la baza de la estabilidad de cara a la segunda vuelta. Si Kiliçdaroglu ganara la presidencia, tendría que enfrentarse al control del AKP en la Asamblea. Esto desembocaría inevitablemente enfrentamientos y bloqueos políticos que impedirían llevar a cabo las reformas prometidas por la oposición.
Las próximas dos semanas serán decisivas para atraer el voto de los indecisos, principalmente de los casi tres millones que votaron a la ultraderecha de Sinan Ogan. Está por ver a quién ofrece su apoyo el líder nacionalista y, en cualquier caso, el poder de persuasión que pueda tener sobre sus votantes.
Aunque la jornada electoral del domingo se sucedió sin altercados, la polarización en las calles ha dividido el país. Durante el tenso recuento de votos, el candidato opositor acusó a Erdogan de “bloquear la voluntad popular”, mientras que el actual presidente pedía a sus partidarios mantenerse junto a las urnas durante el recuento. La cita electoral del 28 de mayo se convierte así en un plebiscito sobre Erdogan y será decisiva para determinar el rumbo de los próximos cinco años en Turquía y la posibilidad de un cambio de régimen.