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Que los ojos se hundan en la oscuridad y desaparezcan para siempre la sonrisa de un ser querido, los árboles, el mar…, califica como una auténtica pesadilla en la mente del común de los mortales, pero no para la estadounidense Jewell Shuping. Para ella era un sueño, y lo está viviendo desde que, con 21 años, a petición suya, su psicóloga le derramó en ambos ojos unas cuantas gotas del ácido que se emplea para desatascar tuberías.
Hoy tiene 38 años y un diagnóstico: trastorno de identidad de la integridad corporal (BIID). Según el Dr. Michael B. First, uno de los principales investigadores del tema, se trata de una afección psiquiátrica “caracterizada por un deseo persistente de adquirir una discapacidad físi…
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