Benedicto XVI acaba de zanjar con una solución pluralista una querella litúrgica que se ha manifestado en el seno de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. El rito litúrgico romano tendrá dos formas: la ordinaria, que sigue el misal promulgado por Pablo VI en 1970 (forma actual), y la extraordinaria, que usará el misal de 1962 con el que Juan XXIII actualizó el antiguo misal tridentino. Así lo establece la carta apostólica Summorum Pontificum, publicada el 7 de julio.
La decisión del Papa llega después de un detallado estudio y en continuidad con la acción de Juan Pablo II. Pero como se trata de una cuestión compleja, que ha estado en el centro de numerosas polémicas, Benedicto XVI ha querido acompañar la Summorum Pontificum con una carta personal dirigida a los obispos, donde explica las razones de fondo de esta disposición. Escribe que “noticias y juicios hechos sin información suficiente han creado no poca confusión”.
La publicación de la carta apostólica, en forma de motu proprio (uno de los actos legislativos del Papa), fue precedida -en efecto- de un intenso interés periodístico no exento de imprecisiones y equívocos. Así, con este nuevo documento, el Papa no ha reintroducido la misa en latín, pues la versión oficial del misal de Pablo VI es la latina -traducida a numerosos idiomas-, que siempre se ha podido utilizar. Tampoco ha restaurado el misal de Trento, sino más específicamente la versión de Juan XXIII, que en realidad nunca fue abolida (en esa revisión de 1962 se omitieron expresiones como “pérfidos” -en latín, “sin fe”-, referidas al pueblo judío). Y, desde luego, no supone la negación de la reforma litúrgica querida por el Vaticano II.
Continuidad con Juan Pablo II
- Es un misal en lengua latina “plenario” o “integral”, que contiene también las lecturas de las celebraciones (no es distinto del “leccionario”, como el misal posterior de 1970).
- Contiene solo una plegaria eucarística, el “canon Romano” (que corresponde a la plegaria eucarística I del misal posterior, que prevé en cambio la elección entre varias plegarias eucarísticas).
- Diversas oraciones (también gran parte del canon) se rezan en voz baja por el sacerdote, de forma no audible para el pueblo.
- No prevé la concelebración.
- Entre otras peculiaridades, está la lectura del principio del Evangelio de san Juan al final de la misa.
- No dice nada sobre la orientación del altar y del celebrante (hacia el pueblo o no).
La carta del Papa prevé la posibilidad de enriquecimientos futuros del misal de 1962 (inclusión de nuevos santos y prefacios).