Charles J. Chaput, arzobispo de Denver y autor del reciente libro Render Unto Caesar, ha llamado la atención en Estados Unidos por defender con energía el compromiso de los creyentes en la vida pública. El pasado 17 de marzo, en una mesa redonda organizada por el Pew Forum on Religion & Public Life, se reunió con varios periodistas para hablar sobre esta cuestión.
Antes de abordar el tema propuesto por sus invitados, Chaput se refirió brevemente al modo en que los medios de comunicación cubren las noticias sobre la Iglesia católica. El arzobispo, que tiene fama de ser un hombre hábil y moderado, no quiso desaprovechar esta oportunidad pues tenía delante a periodistas de prestigiosos medios como el Washington Post, el New York Times o Associated Press.
Más allá de las convicciones personales, un buen periodista debe plantear las cosas con honradez y profesionalidad. Esta es la idea central que transmitió Chaput en un tono cordial. “No espero que los periodistas que hablan sobre la Iglesia católica estén de acuerdo con todo lo que ella enseña. Pero sí creo que quienes informan sobre ella han de tener un conocimiento profundo acerca de sus enseñanzas y de sus tradiciones”.
Chaput denunció la falta de rigor de algunos periodistas en temas de religión. “Ningún medio serio enviaría a cubrir una noticia sobre lo que ocurre en Wall Street a un periodista que carece de conocimientos básicos de economía, de política monetaria y fiscal, y, en estos días, de las teorías de Keynes. Sin embargo, cuando se trata de hablar de religión, aparecen muchos periodistas que no han hecho bien sus deberes”.
Tras esta incisiva introducción, Chaput entró de lleno en el tema de la mesa redonda. Sobre las obligaciones políticas de los católicos. “La principal obligación política de cualquier católico es primero ser católico, es decir, conocer su fe y pensar y actuar en todo momento como tal. Esto incluye su vida en la esfera pública, lo que supone la obligación de promover políticas y candidatos que reflejen la ley natural, el Evangelio, y las enseñanzas morales y sociales de la Iglesia”.
“Dicho de otro modo: Los católicos servimos mejor al César cuando servimos primero a Dios. Esto significa vivir con coherencia nuestras creencias, fielmente y sin pedir excusas, tanto en casa como en la vida pública, en el trabajo y en las urnas. No podemos ser buenos católicos si nos mostramos indiferentes ante los sufrimientos de los pobres, de los sin techo o de los inmigrantes ilegales. Tampoco podemos olvidar la masacre diaria de los no nacidos, sin luchar para evitarlo, y no solo con políticas sociales de apoyo sino también cambiando las leyes”.
Frente a las suspicacias que mostraron algunos periodistas cuando el pasado otoño se publicó el libro Render Unto Caesar, Chaput aclaró que no se decanta por ningún partido político. “No escribí este libro para animar a los católicos a que se convirtieran en demócratas o en republicanos. Mi objetivo era recordar que la fe, aunque esencialmente personal, nunca es meramente privada, sino que tiene implicaciones en la vida pública”
“La Iglesia no es una organización política. Pero su testimonio moral -cuando la gente lo toma en serio- siempre tendrá consecuencias políticas. Si a algún partido le molestan esas consecuencias, es un problema del partido. La razón de ese choque está en las opciones que ha tomado el propio partido; no es culpa de la Iglesia. Tampoco es misión de la Iglesia callarse para evitar los dilemas morales de los políticos católicos”.
“Donde los medios ven políticos católicos, los obispos vemos almas. Para un obispo, el papel de los católicos en la vida pública no se reduce al juego político de los partidos. En realidad, es una cuestión que tiene que ver con la escatología (…) La escatología hace referencia al más allá: cielo e infierno, juicio y salvación. Refleja las enseñanzas de Jesús: lo que hacemos aquí tiene consecuencias en la vida futura”.
Después de referirse al caso de los políticos católicos que defienden posturas incompatibles con su fe, Chaput concluyó su intervención destacando el papel positivo de la religión en la vida pública. “La historia nos enseña que la fe es uno de los motores de la dignidad humana y del progreso. Cuando se margina a la religión de la vida pública, la política ocupa su lugar bajo el mismo ropaje pero con menos conciencia”.
La intervención completa del arzobispo y las preguntas de los periodistas en: http://www.catholiceducation.org/articles/media/me0080.htm