Las elecciones europeas han llevado a algunos analistas a preguntarse por la política de la UE hacia los separatismos. Pero a la pregunta de si cabe el independentismo dentro de la UE, hay que añadir otra: ¿tienen estos pueblos el potencial demográfico que pueda asegurar su futuro?
Ninguna de las regiones con demandas separatistas en Europa tiene una tasa de fecundidad de 2,1 hijos por mujer, necesaria para asegurar el reemplazo generacional. Tampoco lo alcanza el conjunto de la UE-27, que estaba en 1,59 en 2011. Pero esta natalidad insuficiente debería inquietar sobre todo a los movimientos secesionistas, pues de poco sirve separarse si luego hay que tratar de compensar la baja fecundidad de los nativos con los “de fuera”.
Cataluña y el País Vasco: decidir tener más hijos
Cataluña tiene 7, 5 millones de habitantes, lo que supone el 16% de la población española. Es una población superior a la de algunos países europeos, como Noruega, Irlanda, Finlandia o Eslovaquia (suponiendo que todos los habitantes actuales quisieran considerarse ciudadanos de una hipotética Cataluña independiente y permanecieran allí).
Sin embargo, el futuro demográfico no está garantizado. El saldo vegetativo (nacimientos menos defunciones) fue de 14.461 personas, lo que equivale a un crecimiento de solo el 0,19%. Este resultado solo lo mejoran Madrid (+26.575) y Andalucía (+18.014), mientras que seis comunidades autónomas tuvieron más defunciones que nacimientos.
Las regiones con aspiraciones independentistas en Europa necesitan convencer a sus connacionales para que decidan tener más hijos
Lo más preocupante es que en 2012 la tasa de fecundidad estaba en 1,4 hijos por mujer, por encima del 1,32 de la media española, aunque en cualquier caso muy insuficiente.
Pero incluso la consideración global del conjunto de la natalidad en Cataluña puede enmascarar la realidad de la población catalana. El porcentaje de extranjeros en Cataluña es el 14,5% de la población. Sin embargo, del total de nacimientos en 2012, el 27,6% correspondieron a hijos de madre extranjera. Y si nos fijamos en el orden de nacimientos, resulta que las madres extranjeras aportaron el 40% de los terceros hijos y el 60% de los cuartos o posteriores. ¿Los Dimitri y Mohamed van a identificarse con Cataluña como los Jordi?
El País Vasco está en peor situación demográfica que Cataluña. La población está casi estancada, con un saldo vegetativo de solo 252 personas en 2012. Si agregamos Navarra, con un saldo vegetativo de 1.355 personas, la situación no cambia mucho. La tasa de fecundidad del País Vasco era de 1,35 hijos por mujer. La población extranjera es el 6,4% del total, pero los hijos de madre extranjera suponían el 14,7%, porcentaje que subía al 26% en terceros hijos y al 45% en los siguientes.
En el conjunto de España, los nacimientos de madre extranjera fueron el 19% del total.
Cataluña y el País Vasco se benefician de que por el momento la tasa de fecundidad de las mujeres inmigrantes (en torno a 1,7) compensa en parte la más escasa de las nacionales (cerca de 1,3).
Todos estos datos no auguran un pujante porvenir. Según la proyección del INE de la población a corto plazo (2013-2023), la población española disminuiría en 2,6 millones y todas las comunidades autónomas verían bajar su número de habitantes. Si se mantienen las tendencias demográficas actuales, la población catalana disminuiría en casi 800.000 habitantes y la del País Vasco en unos 160.000.
La polémica sobre la lengua en la enseñanza puede continuar, pero el problema es que cada vez habrá menos niños en las aulas. Es discutible si las pensiones debe gestionarlas el gobierno central o el gobierno vasco, pero poco importa quién las gestiona si no hay suficientes trabajadores activos para financiarlas. Se pueden tomar medidas de fomento de la cultura vasca o catalana, pero la mayor amenaza contra su difusión es la escasez de público en una población menguante.
El futuro de Cataluña y el País Vasco va a depender sobre todo de que los naturales del país decidan tener más hijos, un derecho que nadie les va a impedir ejercer.
Dependientes de la inmigración
Escocia. El próximo septiembre, Escocia celebrará un referéndum de independencia con el visto bueno del gobierno británico. Su población es de 5,3 millones, dentro de los 63,7 millones del Reino Unido.
Entre 2001 y 2011, su población creció un 5%, frente al 7% del conjunto del Reino Unido. Pero la mayor parte del incremento se debió a la inmigración extranjera.
En Escocia ha aumentado la fecundidad, hasta alcanzar el 1,75 en 2010. Pero es inferior a la de las otras tres nacionalidades del Reino Unido: Irlanda del Norte tiene una tasa de fecundidad de 2,06 hijos por mujer; Inglaterra, de 2; y Gales, de 1,98.
Flandes. Con una población de 6,5 millones de habitantes, Flandes supone el 58% de la población belga. La fecundidad ha subido allí en los últimos años: de 1,52 en 2001 a 1,81 en 2008, pero sigue por debajo de la media nacional (1,85). Ante la precaria situación política de Bélgica, que estuvo sin gobierno durante 589 días, los independentistas flamencos han moderado sus ansias separatistas y ahora lo que piden es más competencias para las regiones… y un Estado belga reducido a su mínima expresión.
Véneto. La región italiana con más aspiraciones independentistas es una de las zonas del país donde más ha crecido la población en la última década. En 2011 alcanzó los 4,8 millones de habitantes, un 7,3% más que en 2001. En ese mismo período, la población de Italia aumentó un 4,3%.
Pero, según la Oficina de Estadísticas del Véneto, el crecimiento demográfico en esa región se debió sobre todo al saldo migratorio: entre 2001 y 2011 llegaron 304.254 extranjeros, casi siete veces más de los que se fueron. También aquí son los inmigrantes los que tienen que asegurar el futuro demográfico de la región.
Pues la tasa de fecundidad en 2012 era solo de 1,46 hijos por mujer, por encima de la media italiana (1,42), pero muy insuficiente para asegurar el relevo generacional.