Francia autoriza el aborto hasta las diez semanas de gestación, y la legislación española es más permisiva
Mientras en España algunos grupos propugnan ampliar la despenalización del aborto, en Francia la legislación española se considera tan permisiva que centenares de francesas acuden a abortar a Barcelona cuando han superado las diez semanas de gestación, plazo legal para el aborto libre en su país.
Cada año hay en Francia 165.000 abortos registrados, aunque la cifra real se estima en más de 200.000. Pero, según datos del Movimiento francés de planificación familiar, mencionados en un reportaje de Le Monde (3-IV-97), más de cinco mil francesas que superan las diez semanas de embarazo van cada año al extranjero para abortar en clínicas privadas.
Sobre todo viajan a las clínicas de Amsterdam (en 1995 practicaron el aborto a unas 3.500 mujeres), a Londres (otras 1.100) y a Barcelona (más de 500 mujeres por año). En estos países es posible abortar hasta la vigésimo segunda semana, y en ciertos casos hasta la vigésimo cuarta semana del embarazo.
En España la despenalización en caso de riesgo para la salud psíquica o física de la madre no atiende a ningún plazo; cuando ha habido violación exige que el aborto se practique antes de la semana 12 de gestación y con denuncia previa; y en el supuesto de que se presuma que el feto vaya a nacer con graves defectos físicos o psíquicos el plazo máximo para practicar el aborto es de 22 semanas.
No pocas clínicas privadas publican anuncios ofreciéndose a realizar «interrupciones voluntarias del embarazo hasta la semana 22». Pero ni siquiera ese plazo marca una verdadera restricción. Pues siempre se puede invocar el primero de los supuestos (la salud psíquica de la madre), que es el motivo por el que se dan casi todos los abortos en España. De este modo, en las clínicas privadas se practica el aborto libre disfrazado de terapéutico, pues se equipara el embarazo no deseado a un grave peligro para la salud de la madre.
El reportaje de Le Monde relata el caso de Sandrine, joven francesa de 24 años que acude a una clínica barcelonesa para abortar. Y en ella trabaja un día a la semana un médico holandés especialista en abortos de fetos de tres a seis meses. En total Sandrine gasta 2.600 francos (unas 62.000 pesetas), viaje incluido. Y el coste de la operación lo paga al contado, sin obtener recibo. El dueño del establecimiento, Carlos Morín, un conocido ginecólogo, considera que «el número de pacientes ha de ir en aumento, vista la demanda de los países mediterráneos». Después de Francia «deberían seguir Portugal e Italia», dice Morín.