¿Cuántas especies se extinguen?

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Julian Simon, profesor de Economía en la Universidad de Maryland, y Aaron Wildavsky, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de California, denuncian cómo se inflan las cifras cuando se habla de la extinción de especies animales (New York Times, 13-V-93).

Una interpretación correcta de los datos disponibles indica que el número de especies que se extinguen no es ni la milésima parte del que sostienen los catastrofistas. (…)

El World Wildlife Fund, principal propagador de alarmas sobre la biodiversidad y la extinción de especies, plantea el asunto en los términos más trágicos: «Sin disparar un solo tiro, en los próximos diez años podemos matar una quinta parte de las especies del planeta». Esta afirmación carece de toda base científica y va contra todas las evidencias. Tales declaraciones apocalípticas son un procedimiento para exigir a los poderes públicos que intervengan y gasten dinero. (…)

Los medios de comunicación amplifican la alarma. El Washington Post recogía hace poco las declaraciones del conocido biólogo Thomas Lovejoy, según el cual está a punto de ocurrir en el planeta «una transformación biológica sin precedentes desde la desaparición de los dinosaurios». El Post citaba también a Edward O. Wilson, biólogo de la Universidad de Harvard, que consideraba la supuesta extinción provocada de especies «una locura que no nos perdonarán nuestros descendientes».

Las emociones que suscitan estas alarmantes declaraciones hacen que los ecologistas crean que el asunto es demasiado importante para someterlo a los criterios normales de la ciencia. Son asombrosas las recomendaciones que hacen importantes biólogos y líderes ecologistas basándose en datos falsos y exageraciones. Edward O. Wilson y Paul Ehrlich, biólogo de Stanford, piden a los gobiernos que impongan «una reducción de la actividad humana». (…)

La fuente común de todas estas predicciones apocalípticas es un libro de 1979: The Sinking Ark, del biólogo Norman Myers. La obra se apoya en dos estadísticas: un cálculo de las especies animales extinguidas entre los años 1600 y 1900 (una cada cuatro años, aproximadamente), y desde 1.900 hasta hoy (una al año).

De repente, Myers abandona esos modestos números y afirma que algunos científicos han «aventurado la suposición» de que «se podría ya haber alcanzado» la tasa de 100 especies al año. Myers y Lovejoy utilizan después esta mera conjetura, y en ella se basan las proyecciones que se citan en todas partes.

De hecho, Lovejoy -tras convertir una hipótesis en dato- dice que la pasividad de los poderes públicos puede llevar a que se extingan entre el 14 y el 20% de todas las especies antes del año 2000.

La tasa de extinción de Lovejoy, que es mil veces más grande que la observada, es una pura conjetura. A pesar de ello, se divulga ampliamente y se considera erróneamente como un hecho científico. (…)

Recientemente, la World Conservation Union ha publicado una investigación sobre la magnitud de la extinción de especies, titulada «Deforestación tropical y extinción de especies». Todos los autores coinciden en afirmar que el número de especies conocidas que se han extinguido es muy bajo. (…)

Nos alegra que esta verdad científica, que parecía estar en peligro de extinción, esté volviendo a la vida. Los gobiernos deberían prestar atención a estas pasmosas conclusiones científicas. No pretendemos que se ignoren los posibles peligros para las especies. Pero habría que empezar por abandonar prejuicios, y así calcular pérdidas y ganancias para decidir cuánto tiempo y dinero debemos emplear en la conservación de nuestras reservas biológicas.

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