El columnista Michael Gerson analiza en el Washington Post la evolución que han experimentado en Estados Unidos dos de los movimientos sociales más importantes del momento: el pro vida y el partidario del matrimonio gay. La tesis de Gerson es que ambos han hecho grandes avances allí, merced a un discurso más moderado.
Gerson comienza tomando el pulso a la opinión pública. En mayo de 2009, una encuesta Gallup mostraba que, por primera vez, la mayoría de los estadounidenses se declaraba “pro vida” y no “pro-choice” (cfr. Aceprensa, 18-05-2009). En febrero de este año, una encuesta de CNN-Time revelaba que, también por primera vez, la mitad de los norteamericanos piensa que la homosexualidad “no es un asunto moral”.
Pese a las divergencias, estas encuestas -dice Gerson- dan una primera pista sobre él éxito que están teniendo ambos movimientos en Estados Unidos.
“Los activistas pro vida han cosechado menos victorias legales que los partidarios de los derechos de los homosexuales; en parte, porque los tribunales se han empeñado de forma activa en no dejar la cuestión del aborto en manos de la democracia”.
“De todos modos, es un logro reseñable que 37 años después de que [la sentencia] Roe v. Wade intentara zanjar el debate sobre el aborto, siga abierto. El 52% de los estadounidenses cree que provocar un aborto es “moralmente malo”. El 53% se opone a que se financie con dinero público. Practicar un aborto sigue estando mal visto entre los médicos. Y el número de abortos ha caído bastante en Estados Unidos desde los años ochenta”.
Para Gerson, este cambio de postura favorable a la vida se debe en primer lugar “a las innovaciones tecnológicas (…), que han hecho visible la humanidad del desarrollo [del feto]”.
Además, los pro vida han acertado a cambiar de estrategia: “Han dejado atrás los argumentos morales para adoptar un lenguaje centrado en los futuros derechos civiles. (…) Desde esta perspectiva, el aborto no sólo es malo sino también injusto”.
Debates con rostro humano
Respecto al matrimonio homosexual, Gerson constata que sigue siendo un debate que divide a la población. A la vez que persiste una fuerte oposición a las bodas gays, “dos tercios de los estadounidenses apoya las uniones civiles para las parejas homosexuales”.
Un éxito claro de los activistas gay es que, durante los últimos años, han logrado ganarse a las élites culturales. “La universidad, el entretenimiento y la publicidad están de parte del movimiento gay como no lo está de los pro vida”.
Para Gerson, los gays también han ganado puntos al hacerse visibles. “La estrategia de ‘salir del armario’ ha personalizado el debate como lo han hecho las ecografías (…). Un rostro humano siempre hace más difíciles los juicios severos”.
“Al igual que los pro vida, muchos activistas gay han cambiado sus argumentos políticos. El activismo de los años setenta solía estar inspirado por la liberación sexual. (…) Ahora, abraza las instituciones tradicionales en lugar de atacarlas”.
La conclusión de Gerson es que ambos movimientos han tenido éxito por parecidas razones. “Los dos han sabido humanizar sus argumentos teóricos. Los dos se han alejado del moralismo (o antimoralismo) extremo para situar su causa en el contexto de los derechos civiles. Esté usted de acuerdo o no con el reclamo de sus argumentos, lo cierto es que así es como progresan los movimientos sociales en Estados Unidos”.