Con su boda por el rito de la secta Moon, el ex arzobispo de Lusaka, Emmanuel Milingo, «se ha puesto de hecho fuera de la Iglesia católica», según declaró en un comunicado el portavoz vaticano. Milingo, de 71 años, se considera investido de poderes de exorcismo y sanación, y desde hace años ha mantenido actitudes al margen de las normas eclesiásticas. En unas declaraciones a Avvenire (29 mayo 2001), Massimo Introvigne, director del Centro de investigaciones sobre nuevas religiones, explica el trasfondo de este golpe mediático.
Si bien el imperio mediático y económico de Moon va bien, «en el aspecto espiritual está en cierto declive. Es un grupo que pierde miembros y que estaba saliendo poco en las noticias», aclara Introvigne. El «fichaje» de Milingo hay que interpretarlo como un golpe estratégico para relanzar la faceta religiosa. El interés de Moon por Milingo se ha reflejado en la cobertura mediática creada en torno al obispo africano. También por el hecho de que Milingo conocía a su esposa desde hace ya tiempo, según afirma Introvigne, citando fuentes americanas.
Pero, ¿qué pueden tener en común un arzobispo católico africano y un coreano que se proclama el segundo Mesías? «Quien haya seguido la trayectoria de Milingo en los últimos años habrá notado una evolución hacia posiciones típicas de esa corriente del mundo protestante americano llamada pre-milenarismo, la cual prevé el ascenso de los elegidos al cielo, seguido de acontecimientos apocalípticos, la manifestación del anticristo y después el reino de los fieles con Jesús sobre la Tierra durante mil años». Una teología que lleva consigo la «desvalorización del celibato» y a la que el reverendo de origen coreano agrega la doctrina de su propio papel de segundo Mesías, venido a completar la obra de Cristo y a erigirse contra el anticristo.
Al comienzo de la larga declaración de Milingo a la prensa, hace notar Introvigne, existen «desviaciones teológicas, como aquella de la sangre de Satanás que corre también en la Iglesia y de la cual se debe purificar, que son muy similares al discurso de Moon en los círculos internos».
Dentro del movimiento de Moon existen diversas realidades, explica Introvigne. Está la Federación de las familias por la paz y la unificación mundial, de la que forman parte todos los que de algún modo se adhieren a los fines culturales de Moon y que no abandonan la religión de origen (intención manifestada también por Milingo). Estos consideran a Moon un líder profético para la restauración de valores «conservadores». Junto a esta existen muchas otras asociaciones, entre ellas la Iglesia de las familias para la unificación, «que reúne a los que verdaderamente consideran que Moon es el Mesías».
Del primer grupo forman parte millones de personas: un número poco cuantificable ya que los de Moon consideran como suyo incluso a quien simplemente ha firmado una petición en la calle. Al segundo se adhieren menos de un millón, concentradas en Corea y Japón, con decenas de millares en Estados Unidos, mientras que en Europa las cifras están en el orden de los miles.
La actividad de Moon se preocupa de «cooptar» a otros líderes religiosos, de modo sincretista. Por ejemplo, el líder negro de los musulmanes americanos Louis Farrakhan, que «concelebró» con Moon en una asamblea hace dos años. En el fondo, explica Introvigne, «el terreno de encuentro no es tanto político como moral: familia, lucha contra el aborto, la prostitución y la droga». Ahora el reto que se le plantea a Moon es «traducir en resultados el éxito mediático conseguido con Milingo. Hay políticos, por ejemplo sudamericanos, contentos de estrecharle la mano y del apoyo político que aporta Moon», pero poco más. En África el movimiento existe, pero es muy pequeño. «Milingo será sin duda utilizado para extender el movimiento, pero los resultados son dudosos», concluye Introvigne.