El debate sobre si mantener alimentado a Vincent Lambert, en estado vegetativo desde 2008, ha dado un nuevo giro después de que el Consejo de Estado sentencie que hacerlo constituye “una obstinación irracional”. Sin embargo, algunos expertos no opinan lo mismo.
(Actualizado el 6-05-2019)
La semana pasada, el Consejo de Estado francés –un órgano consultivo del gobierno que también funciona como última instancia en la jurisdicción administrativa– avaló la decisión de un hospital de suspender la hidratación y la alimentación por sonda a Vincent Lambert, un hombre de 42 años que quedó tetrapléjico y en estado vegetativo en 2008, tras un accidente de tráfico. El caso, en los juzgados desde 2013, se ha convertido en piedra de toque para el debate nacional sobre la eutanasia y el cuidado al final de la vida.
En un artículo anterior resumimos su recorrido judicial hasta octubre de 2015, cuando un tribunal administrativo sentenció que el equipo médico entonces a cargo de Lambert tenía derecho a mantener la hidratación y la alimentación. Según los cuidadores, en aquel momento no se cumplían “las condiciones de seguridad y serenidad necesarias” para proceder a su retirada. La decisión del hospital llegó cuando la muerte de Lambert parecía cuestión de días. Solo unos meses antes, y después de un maratón de sentencias y recursos, el caso había sido juzgado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que respaldó la legalidad de dejar de alimentar a Lambert, la que hasta entonces era la postura del hospital. Sin embargo, después se hizo cargo del paciente un nuevo equipo médico, con un criterio distinto, que optó por mantener la alimentación.
Desde entonces, los avatares se han seguido sucediendo. Para empezar, en marzo de 2016 se concedió la tutela legal de Lambert a su esposa, que desde el principio había abogado por “dejar ir” a su marido, al contrario que los padres. Apenas dos meses después, otro tribunal de apelación anuló la sentencia anterior y mandó que se volviera a estudiar el estado del paciente con vistas al “cese de la atención”, pero los médicos no procedieron de inmediato. Ante esto, el sobrino del enfermo, de la misma opinión que su esposa, apeló al Consejo de Estado, que le dio la razón y obligó al equipo médico a una nueva evaluación.
Mientras unos dicen que mantener al paciente en vida es ensañamiento terapéutico, otros replican que está en coma pero no en fase terminal, y alimentarle e hidratarle son cuidados ordinarios
Pero para entonces había vuelto a cambiar el doctor encargado del paciente. El nuevo –y último, por ahora– vuelve al criterio del principio: hay que retirar la hidratación y la alimentación. Ahora son los padres los que recurren. Entre tanto, se produce la evaluación del enfermo a cargo de tres especialistas. Estos, en noviembre del año pasado, dan su dictamen. Los partidarios de la eutanasia, y los principales medios franceses, destacan de él la parte en que se confirma el estado vegetativo e irreversible del paciente, y su aparente falta de autoconciencia. Sin embargo, apenas llegan a los titulares otras valoraciones de los expertos, como cuando se dice que “mantener las necesidades básicas (la alimentación y la hidratación) no constituye ensañamiento terapéutico ni una obstinación irrazonable”, o que la situación de Lambert “no requiere una acción urgente”, o que lo más razonable sería derivarlo a un centro especializado donde podrían atenderle mejor.
No es un enfermo terminal
Fuera del ámbito judicial, en el último año ha habido dos pronunciamientos de médicos y enfermeros expertos en este tipo de situaciones. En abril del año pasado, 70 de ellos publicaron un artículo en Le Figaro criticando el trato dado por el último equipo médico a Lambert, a quien, decían, se estaba cuidando como a un enfermo terminal cuando no lo era, pues su situación era estable, aparentemente no dolorosa y sin un final inminente. Además, añadían, el estricto régimen de visitas situaba al paciente en una situación parecida a un “encarcelamiento”. Por otra parte, otros 55 especialistas enviaron una carta al juez pidiendo que no se tuviera en cuenta el último dictamen sobre el estado “vegetativo, crónico, irreversible, y de falta de autoconciencia” por graves defectos procedimentales.
Sin embargo, apenas unos días después, el tribunal falló a favor del hospital, al considerar que mantenerlo con vida constituye “ensañamiento terapéutico”. La sentencia fue ratificada la semana pasada por el Consejo de Estado, contra la demanda de los padres, que luego presentaron recurso al TEDH y no fue admitido. Con todo, ellos no se rinden, y han apelado al Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad, de la ONU, cuya Convención, firmada por Francia, establece en su artículo 25 que los Estados “han de proporcionar los servicios médicos que las personas discapacitadas requieren específicamente por su discapacidad”, y prohíbe “la negación discriminatoria de servicios o cuidado médico, o de alimentación e hidratación por razón de discapacidad”. Así pues, si el pronunciamiento del comité llega a tiempo, puede que la última palabra aún no esté dicha.
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El 4 de mayo, el Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad instó a Francia que no suspendiera la alimentación y los cuidados a Vincent Lambert mientras estudia la reclamación presentada por los padres. El Estado francés dispone de seis meses para enviar sus observaciones al Comité. La ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, ha anunciado que el gobierno responderá a la petición del Comité, pero no está obligado a cumplirla.