El gobierno británico ha decidido aumentar la financiación de la enseñanza pública, pero exigirá a cambio que las escuelas cumplan unas metas de calidad, o serán penalizadas. El plan, anunciado el 15 de julio, forma parte de una revisión del gasto estatal para los próximos tres años que aumenta las partidas destinadas a los servicios públicos, que en general tienen descontentos a los ciudadanos (cfr. servicio 12/02).
La enseñanza será uno de los sectores más beneficiados. Para mejorarla, el gobierno laborista de Tony Blair se ha propuesto destinarle el 5,6% del PIB en 2006, en vez del 5% actual (la media europea es el 5,5%). El presupuesto de educación aumentará en torno a un 6% anual hasta alcanzar 57.800 millones de libras (90.000 millones de euros), 12.800 millones más que la previsión inicial para este año.
A partir del año próximo, las escuelas públicas de Inglaterra (las otras partes del país tienen sus propios sistemas) tendrán mayores dotaciones directas del Estado, fondos que no pasan por las autoridades educativas locales y que administran los directores de los centros. El dinero para cada escuela secundaria subirá de 115.000 libras anuales este año a 165.000 libras el próximo y 180.000 los dos siguientes, por término medio. Las primarias recibirán una media de 10.000 libras adicionales por año cada una. Los colegios de zonas difíciles (unos 1.400) obtendrán una ayuda extra de 125.000 libras anuales cada uno, para que puedan pagar a profesores más competentes. Y para fomentar que los chicos de familias modestas sigan estudiando después de completar la enseñanza obligatoria, a los 16 años, el Estado extenderá a toda Inglaterra las subvenciones de hasta 30 libras semanales que viene ofreciendo en algunos lugares.
A cambio, las escuelas tendrán que mejorar los resultados. En la enseñanza primaria se ha establecido que en 2004, el 85% de los alumnos habrán de alcanzar un nivel mínimo de inglés y matemáticas, y el 35% tendrán que superarlo con amplitud. Para los centros de secundaria, las metas son el 75% en inglés y matemáticas, y el 70% en ciencias para 2004, y el 85% y el 80%, respectivamente, para 2007. Además, el absentismo escolar tendrá que bajar un 10% en los dos próximos años.
Si la zanahoria no funciona, el gobierno aplicará el palo. Cuando una escuela no cumpla los objetivos, el director perderá los pagos directos o aun el sueldo. Los colegios recalcitrantes serán cerrados, y los alumnos pasarán a otros que den los frutos esperados.
Esto supone que habrá una clasificación de escuelas, pese a que los laboristas nunca fueron amigos de los rankings por resultados académicos, idea que proviene de la era Thatcher. Según ha anunciado la ministra de Educación, Estelle Morris, los 3.500 colegios de secundaria que existen en Inglaterra se distribuirán con arreglo a una «clara escala de mejora». En la cima estarán 300 advanced schools, categoría nueva que servirá de modelo para las demás. Estas escuelas tendrán mayor autonomía y más dinero para experimentar sus propios métodos, así como para transmitir sus hallazgos a las otras. Las advanced schools saldrán, en su mayor parte, de las specialist schools (685 en la actualidad), la segunda categoría, formada por centros más exigentes, que hacen hincapié en algunas materias (idiomas, tecnología, ciencias, informática…) y reciben dinero de patrocinadores privados. Por último, en el nivel más bajo estarán las demás escuelas.
Mediante el nuevo sistema de incentivos y penalizaciones, los colegios serán estimulados a ascender por la escala. El gobierno aspira a que el número de specialist schools llegue a 2.000. Estas escuelas han de cumplir determinadas metas de calidad; si no las alcanzan, pierden su estatuto, que se otorga por cuatro años.
Aparte, habrá 33 nuevas City Academies, colegios financiados por el Estado pero promovidos por empresas, Iglesias u organizaciones benéficas. Estas escuelas responden a una idea propuesta hace dos años por el Ministerio de Educación. El objetivo es que sustituyan a colegios públicos deficientes de los cascos urbanos deprimidos. Las City Academies serán administradas por las entidades privadas patrocinadoras. O sea, gozarán de la misma independencia que las grant mantained schools, abolidas por los laboristas. Estas eran escuelas privadas que recibían alumnos becados por el Estado. Era una fórmula, adoptada por los conservadores en tiempos de Margaret Thatcher, para dar a los estudiantes de familias modestas la posibilidad de recibir una enseñanza mejor. Parece que los laboristas han redescubierto la idea, con la diferencia de que las City Academies estarán integradas en la red pública.
Todo esto equivale a una importante reforma del sistema de educación «comprensiva». Los laboristas no han abandonado el principio de la comprensividad, implantado por ellos mismos a finales de los años 60, pero han ido suavizándolo poco a poco con cambios parciales (cfr. servicio 48/01). Las declaraciones de la ministra de educación Morris al anunciar los últimos planes expresan la doctrina del «nuevo laborismo»: «Hemos de conseguir un sistema de enseñanza secundaria de elevada calidad, mejor disciplina y con más posibilidades de elegir».