En los últimos diez años, los inmigrantes mexicanos han hecho crecer la economía y bajar el desempleo en varias regiones de Estados Unidos. Pero unos tres millones de ellos son ilegales. Un editorial del Wall Street Journal (16 octubre 2002) propone soluciones.
Se estima que en Estados Unidos viven y trabajan alrededor de 3 millones de mexicanos indocumentados. Algunos piensan que «roban» el trabajo a los ciudadanos del país, pero la verdad es que ocupan la mayoría de los puestos de poca cualificación que rechazan los estadounidenses. Son trabajadores manuales, niñeras, jardineros, vigilantes jurados, conductores de autobús, mozos de cocina, camareros, obreros de la construcción, etc. Según el Ministerio de Trabajo, en 2010 habrá más de 20 millones de puestos de trabajo para personas con educación elemental. Los trabajadores mexicanos no son un problema: son la solución.
Según la American Immigration Law Foundation, la economía estadounidense absorbió a 3 millones de trabajadores mexicanos en la década de los noventa. La tasa de desempleo bajó del 6,3% en 1990 al 3,9% en 2000. Hace diez años, el 85% de los mexicanos vivían en California, Illinois y Texas. Actualmente, la proporción correspondiente a esos Estados ha bajado al 68%, al extenderse la demanda de inmigrantes a Tennessee, Alabama, Missouri, Kansas y Minnesota. El mercado crece allá donde van. Las ciudades y Estados con mayor población inmigrante han experimentado un rápido crecimiento económico y reducción del desempleo.
Nuestro sistema debe resolver la situación de ilegalidad de los 3 millones de mexicanos que ya están en el país y mejor instalados que los que inevitablemente llegarán. Una amnistía general, como la que se probó en 1986, no es la solución, ya que provocaría un efecto llamada de nuevos inmigrantes y exigiría futuras regularizaciones.
Es mejor crear sistemas para que los inmigrantes obtengan el permiso de residencia. Para conseguir un visado permanente, se podría exigir a los que ya están en el país que demuestren tener un empleo estable y pagar impuestos. Los que no hablen inglés deberían demostrar que lo están aprendiendo.
Además, necesitamos más vías de entrada legal en Estados Unidos. Los dos países comparten una frontera de 2.000 millas y 43 puntos de entrada. Mientras los mexicanos crean que en Estados Unidos les espera una vida mejor, seguirán viniendo, de manera legal o ilegal. Deberíamos animarles a tomar la ruta legal de los programas de trabajadores invitados e incrementar el número de permisos de trabajo temporal y permanente que se conceden cada año.