En los debates sobre la nueva ley de educación en España (LOMCE), la enseñanza de la religión en la escuela ha tenido especial repercusión mediática. Pero el eco periodístico ha sido mucho más notable que las novedades de la ley, dice Carlos Esteban Garcés, en un artículo publicado en el Boletín del Colegio de Doctores y Licenciados (febrero 2014).
La LOMCE ha supuesto una mejora: “Hay que valorar como algo natural que la Religión se incluya ahora de manera visible en la enumeración de las materias del currículo escolar y no solo en las disposiciones adicionales”. La ley establece que “la enseñanza de Religión Católica se incluirá en todos los niveles como área o materia en los niveles educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos y alumnas”.
En Bachillerato aparece como una optativa en un amplio elenco de materias entre las que los centros educativos deberán diseñar su oferta, lo que puede llevar a que no sea ofrecida.
Carlos Esteban lamenta que la inclusión del hecho religioso no responda a ningún planteamiento educativo en la LOMCE. “Da la impresión de que incorpora la enseñanza de las religiones en el marco curricular por exigencia de los Acuerdos del Estado con las religiones, pero no por una exigencia de la escuela”.
Las novedades de la LOMCE, más que sobre la propia enseñanza de las religiones, que básicamente se mantiene como estaba, “afectan a la creación de la alternativa de Valores, para el alumnado que no opte por la enseñanza de la Religión”. Con esta alternativa se recupera una cierta equidad entre los que optan por la enseñanza de las religiones y los que no, que hasta ahora no tenían nada. Pero “esta oposición entre Religión y Valores no es una buena opción, al menos desde el punto de vista intelectual y cívico, puesto que da la imagen de que los que tienen Religión no necesitan valores y los que tienen valores no necesitan Religión”.
A juicio de Esteban, “una opción deseable y más constructiva hubiera sido crear un área de Valores y Religiones, con algunos componentes comunes y otros opcionales, entre los que estarían las enseñanzas confesionales de la Religión”.
El autor también destaca que mientras hay una minoría, con amplia resonancia mediática, que propugna que la Religión debe salir del ámbito escolar, las familias no solo siguen eligiendo cada año la clase de religión en un alto porcentaje, sino que también manifiestan su satisfacción.