El futuro de la formación profesional
La reforma de la Formación Profesional ha sido durante mucho tiempo la asignatura pendiente de la educación española. La opinión unánime es que hasta ahora la FP no ha conseguido conectar con las necesidades de las empresas. Esto es lo que intenta cambiar la nueva estructura de estos estudios prevista en la ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE). Para Mariano del Castillo, director de Tajamar (Madrid) -un centro cuya Formación Profesional sí goza de prestigio-, «la nueva FP tiene como prioridad las necesidades de formación de las empresas». Mariano del Castillo, miembro del Consejo General de Formación Profesional y uno los protagonistas de la reforma, explica en esta entrevista sus puntos de vista sobre las líneas maestras de la nueva FP.
– Hasta ahora la FP ha sido el recurso de quienes no podían pasar al bachillerato. Con el nuevo planteamiento de la LOGSE ¿qué cambios se pretenden conseguir en la FP?
– La nueva FP pretende convertirse en un sistema de formación alternativo al universitario. Al poner como condición para cursar el Grado Medio el tener aprobada la Enseñanza Secundaria Obligatoria y, para el Grado Superior, el Bachillerato, no se configura como el camino para quienes no pueden acceder a los estudios de Bachillerato o a los universitarios. Aparece como un recorrido de formación alternativo, elegido libremente, por personas que pudieran en teoría haber escogido la otra opción, y que actúan por convencimiento propio y no por necesidad. Este es, al menos sobre el papel, el enfoque de los nuevos estudios de Formación Profesional.
Dentro ya de los programas y métodos, los cambios son más importantes, ya que, en la nueva FP, la formación se configura en ciclos que, presumiblemente, tendrán un reflejo en las capacitaciones para tareas concretas en el ámbito profesional. Esos ciclos -cortos, muy prácticos en su concepción- no comunican: desde el Ciclo Medio no se puede acceder directamente al Superior, sino a través de la empresa y pasado un examen de admisión cuando se han cumplido 20 años.
Una tercera característica es la posibilidad de aunar formación inicial y continua: los módulos que componen los ciclos formativos son, a su vez, elementos de formación para trabajadores o parados, que les capacitan para una tarea determinada.
Un último rasgo del nuevo sistema está en la implantación obligatoria de la formación en la empresa como parte de los contenidos de los ciclos que se cursan: un período de trabajo formativo en la empresa, que completa la formación recibida en la escuela, y proporciona al alumno elementos y contenidos nuevos, así como actitudes propias del mundo del trabajo.
Contar con las necesidades productivas
– Uno de los reproches tradicionales a la FP es que no responde a lo que esperan las empresas, pues el sistema educativo no evoluciona conforme a las necesidades del mercado de trabajo. ¿Qué remedios se han buscado para superar este problema?
– Para la confección de los ciclos formativos, se ha seguido un método relativamente nuevo y, sobre el papel, acertado: el Instituto Nacional de Empleo (INEM) y el Ministerio de Educación han trabajado juntos para identificar las necesidades de formación, mediante un estudio y encuestas muy amplios realizados de acuerdo con el mundo empresarial. Posteriormente han delineado los contenidos tecnológicos implicados en esas necesidades de formación, para después darles forma de programa docente.
– Parece que en toda Europa se intenta seguir los pasos del modelo alemán de FP, que concede gran peso al aprendizaje en las empresas combinado con las clases en la escuela. Pero esto es algo más que el mero «hacer prácticas» en empresas. También en Francia la confederación de empresarios acaba de reivindicar corresponsabilidad y codecisión en materia de formación profesional (evaluación de las necesidades, organización de la enseñanza, aprendizaje…). ¿Están preparadas las empresas españolas para asumir estas responsabilidades en la FP?
– Desde hace años las escuelas de FP han vivido -con honrosas excepciones- alejadas del mundo del trabajo: sus profesores no se han puesto al día; los equipos no se han rejuvenecido; la tecnología sigue obsoleta… Ahora parece estar próximo este acercamiento entre el mundo de la formación y el de las empresas. En este momento, todo el mundo suspira por una FP que de verdad incluya las necesidades de las empresas, que incorpore gente que domine la tecnología actual, que tome en cuenta el proceso productivo.
El nuevo sistema se apoya en las empresas para la formación en centros de trabajo: un módulo obligatorio de cada uno de los ciclos formativos. Allí se considera también la figura del tutor de empresa: alguien con la misión de seguir a los alumnos y colaborar en el diseño y evaluación de esa formación.
Cuando pensamos en el sistema productivo español, con un porcentaje altísimo de PYMES, resulta difícil imaginar cómo se resolverán los problemas que ese método de formación lleva aparejados. Pero debemos apostar a favor de su puesta en práctica, después de un período experimental que permita resolver las dificultades y multiplicar las soluciones que se vayan encontrando.
La colaboración escuela-empresa
– ¿Cuál es la experiencia de Tajamar en la colaboración escuela-empresa en la FP?
– Desde el comienzo, Tajamar ha concebido una FP que toma como punto de partida las necesidades de formación que tienen las empresas. Muchas veces el problema ha sido que la propia empresa no sabe con certeza cuáles son sus necesidades; y hemos tenido que buscar soluciones para ellas desde nuestra experiencia. Por eso el modo ordinario de trabajo de Tajamar ha sido el de utilizar para la formación personas muy capacitadas y proporcionarles amplia experiencia de relación con empresas. Los programas de formación inicial que desarrollamos se apoyan en los temarios oficiales y quedan orientados por la experiencia de formación continua que llevamos a cabo.
Por la misma razón nuestro empeño ha sido disponer de equipos actuales para la formación que impartimos: nuestro presupuesto y nuestras gestiones han estado marcados por este intento. Ahora podemos afirmar que esa manera de trabajar es la válida; y que cualquier otra que no tome en consideración como punto de partida y prioridad las necesidades de las empresas es un error.
– Una FP excesivamente teórica no responde a las necesidades eminentemente prácticas del mundo laboral. Pero, con el rápido cambio tecnológico, una FP muy centrada en lo práctico corre también el riesgo de impartir conocimientos que quedan pronto superados y de dejar a los alumnos sin una base teórica que les permita adaptarse a los cambios. ¿Cómo evitar estos riesgos?
– El concepto de FP que tenemos en Tajamar nos lleva a proporcionar a la persona una formación generalista, de modo que pueda, en el futuro, adecuarse a los cambios tecnológicos; comprender el proceso industrial en que se encuentra inserto; poder colaborar en el entero proceso, sin participar de un modo maquinal dentro del mismo. Para conseguir esos objetivos, hemos defendido siempre la necesidad de salir de una excesiva especialización que -en los tiempos actuales- puede desembocar en el paro por los cambios de tecnología. Por eso un experimento que venimos llevando a cabo desde hace 6 años es lo que denominamos Graduado en Artes Gráficas o en Informática: un programa para personas que han terminado COU y que en un año se especializan en alguna de esas profesiones. La experiencia ha sido muy positiva, ya que se trata de alumnos con capacidad teórica suficiente y que reciben formación sobre todo el proceso de trabajo al que van destinados. Actualmente muchos, aunque sean jóvenes, desarrollan funciones de mandos intermedios y en su mayoría se encuentran satisfechos en la tarea que realizan. Después, quienes lo desean, se especializan en un aspecto concreto del proceso industrial para colaborar en una determinada tarea. En ese sentido nos parece claro el diseño del ciclo formativo de grado superior.
Estamos menos seguros del resultado de los ciclos de grado medio, a causa de su excesiva especialización. Son alumnos que tienen menos base al no haber realizado estudios de bachillerato y que -inicialmente- están menos capacitados para comprender contenidos teóricos. No se me ocurre otra solución que la de proporcionar a esos alumnos una formación general dedicando más tiempo a los programas de esos ciclos.
Adecuarse al entorno
– Tajamar ha adquirido un buen prestigio sobre todo en la especialidad de Artes Gráficas. ¿Sería bueno que cada centro de FP se especializara en unos estudios determinados?
– Es conveniente conseguir dominar con eficacia la rama profesional en que se trabaje. Sin embargo, no cabe una excesiva especialización, dado, de una parte, lo interrelacionados que están los diversos temas -como la informática, por ejemplo- y también la necesidad de ofrecer al propio entorno soluciones educativas diversas. Más bien pienso que los centros de FP deben estudiar las necesidades del medio en que se encuentran, el entramado empresarial que les rodea y, después, ofrecer algo que venga a resolver las necesidades de formación que detectan. También han de mantener una línea propia, con personalidad, y procurar crecer dentro de una misma familia profesional: eso vendrá impuesto por la capacitación de los profesores, las instalaciones y equipos, etc. Y, desde luego, poder ofrecer a las empresas toda la formación que necesitan: inicial y continua.
Adolfo TorrecillaAsí quiere ser la nueva FP
Con la implantación de la LOGSE, el sistema educativo español modifica su actual estructura. La enseñanza será obligatoria hasta los 16 años, en vez de hasta los 14. Desaparecen la Enseñanza General Básica (EGB), el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y la Formación Profesional de primer y segundo grado, tal y como están diseñados en la actualidad. La enseñanza Primaria se impartirá hasta los 12 años. Desde los 12 a los 16 años los alumnos cursarán la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), en la que se incluyen, como novedad, una serie de materias técnico-profesionales.
Para poder acceder al «módulo 2» de Formación Profesional o al Bachillerato, los alumnos deben tener aprobada la ESO. Hasta ahora, los alumnos que finalizaban 8º de EGB podían acceder a la Formación Profesional sin tener aprobada la Enseñanza General Básica. Los que no aprueben la ESO entrarán a formar parte del «módulo 1» o Programas de Garantía Social de FP, una especie de «formación ocupacional» que proporcione a estos alumnos unas destrezas básicas para desempeñar un oficio. No serían cursos de larga duración, sino cursillos muy específicos y puntuales.
Los alumnos que al acabar la ESO elijan la Formación Profesional se incorporarán a los «ciclos formativos de grado medio» o «módulo 2», que tendrá una estructura modular: su duración dependerá de la especialidad elegida. Los alumnos de los «módulos de grado medio» no tienen posibilidad de acceder, por ahora, a los módulos de grado superior. Para poder cursarlos, tendrían que pasar por el Bachillerato. Este es uno de los asuntos que todavía puede sufrir cambios, pues ya se prevé que los alumnos de «módulo 2» que cuenten con una experiencia laboral en la empresa y hayan cumplido veinte años, podrán acceder a estos estudios si superan una prueba de madurez (una especie de selectividad).
Los estudiantes que al terminar el Bachillerato no deseen acudir a la Universidad sino realizar unos estudios técnico-profesionales, pueden cursar lo que se denomina «módulo 3 o de grado superior». Estos módulos, muy especializados, proporcionarán a los alumnos, de una manera intensiva -uno o dos años-, los conocimientos necesarios para desempeñar una profesión cualificada.
El Gobierno español ha aprobado recientemente las directrices del Programa Nacional de Formación Profesional, que desarrolla varias de las aportaciones más novedosas de la LOGSE. Este Programa ha sido elaborado por el Consejo General de Formación Profesional, organismo del que forman parte representantes de la Administración educativa y local, los sindicatos y las asociaciones empresariales.
El Programa Nacional explica las directrices sobre títulos y enseñanzas mínimas de la futura FP. Las aportaciones más destacadas son la puesta en marcha de un amplio número de cursos formativos para el sector reglado y ocupacional, y el establecimiento de un nuevo sistema de cualificaciones y certificaciones profesionales. La nueva FP toma como modelo, al igual que otros países comunitarios, la enseñanza dual alemana. Por eso, a partir de esta ley, la FP insistirá más en los aspectos prácticos; y sus contenidos se orientarán pensando en el futuro empleo. Estrechar las relaciones entre el mundo de la empresa y el educativo es uno de los objetivos prioritarios de la nueva ley, en la que la formación en centros de trabajo es la aportación más destacada. La inversión prevista para los próximos años será de 800.000 millones de pesetas, cantidad que los sindicatos y las organizaciones empresariales consideran insuficiente. España destina a la FP, en proporción del PIB, la mitad que los otros países de la OCDE; por su parte, las empresas invierten una séptima parte de lo que dedican las europeas.
Adolfo Torrecilla