En busca de soluciones a la crisis de natalidad
Con la notable excepción de EE.UU. (ver Aceprensa 75/06), los países desarrollados atraviesan una ya larga crisis de natalidad. ¿Por qué tanta gente no tiene más hijos? A esta pregunta tratan de responder un serial del «International Herald Tribune» (4, 5 y 6 septiembre 2006) y un reportaje de «Newsweek» (4 septiembre 2006), de los que ofrecemos un resumen.
La «escasez de nacimientos» se ha convertido en un tema que ocupa un lugar importante en la agenda de varios gobiernos europeos. «International Herald Tribune» (IHT) menciona en la primera entrega del serial el paquete de medidas en ayuda de la familia que Merkel ha introducido en Alemania (ver Aceprensa 90/06). En Rusia, también el presidente Vladimir Putin ha advertido contra el declive de la población y ha anunciado un plan para hacer frente a la crisis demográfica (ver Aceprensa 56/06).
Hoy ningún país europeo tiene asegurado el reemplazo de generaciones. El comisario europeo de Empleo y Asuntos Sociales, Vladimír pidla, se ha mostrado preocupado por la nueva situación y ha pedido recientemente en Bruselas que las nuevas políticas de la UE sean evaluadas en función de sus efectos demográficos.
Sangría en el este
En los países ex comunistas la situación es más grave: desde la disolución de la URSS la natalidad cae en picado y además el saldo migratorio es negativo. La República Checa, Polonia, Eslovenia y Lituania se sitúan en torno a 1,2 niños por mujer. Según IHT, esto es consecuencia, en parte, de los profundos cambios sociales ocurridos durante los años noventa. «La economía de mercado ofrece alternativas tentadoras a la familia: vacaciones, casas, centros comerciales». Para Milos Calda, de la Charles University, es comprensible que «después de medio siglo de consumo reprimido, haya una demanda creciente de comodidades. Y tener hijos resulta muy caro. Esto no se arregla con dinero: hace falta un cambio de valores» (IHT, 4-09-2006).
Antes, «en Praga, el único modo de conseguir un piso era casarse y tener un hijo, lo que constituía un poderoso incentivo» en un país donde la propiedad privada estaba muy limitada (IHT, 4-09-2006). «Hoy las mujeres trabajan, pero la economía de mercado no ofrece una alternativa para el cuidado de los niños. Al mismo tiempo, las mujeres tienen mejor formación y sus empleos son más exigentes que durante la era comunista, explica Jitka Rychatrikova, asesora del gobierno, con lo que es mucho más difícil conciliar vida familiar y laboral».
Como en otros países, en la República Checa se prevé que la población descenderá un 20% en los próximos 40 años. En las pasadas elecciones, los partidos políticos incluyeron en sus programas electorales planes especiales para afrontar este problema, lo que constituye un muestra de su gravedad. «En un intento por cambiar la situación -informa el IHT (4-09-2006)-, el Parlamento checo ha votado este año doblar la paga a las mujeres durante su baja por maternidad».
«Cultura» de la infecundidad
Por su parte, «Newsweek» resalta que se está creando una «cultura» de la infecundidad, con distintas manifestaciones: desde libros que tratan de explicar que «no ser madre es normal» hasta organizaciones exclusivas para gente sin hijos, como la llamada No Kidding, o la British Child-free Association. También algunos fabricantes de automóviles y compañías inmobiliarias ofrecen ahora productos especialmente destinados a personas sin hijos.
Este nuevo estilo de vida concibe la maternidad como una opción personal de la mujer. Al mismo tiempo ha originado una transformación de los valores sociales: «No tener hijos ha comenzado a ser socialmente aceptable; incluso se ha convertido en una norma para algunas mujeres», dice IHT (5-09-2006).
No son tantas, sin embargo, las mujeres que deciden expresamente no tener hijos. Lo más frecuente es que retrasen el momento de tenerlos, ya sea voluntariamente o por dificultades para conciliar vida laboral y familiar. «Newsweek» concluye que, en la mayor parte de los casos, lo que parece un estilo de vida sin hijos es «simplemente una maternidad diferida». En efecto, «en 1971, las mujeres tenían su primer hijo a los 24 años; hoy la edad se sitúa en torno a los 30».
Por eso, prosigue el semanario, algunos demógrafos confían en que termine la escasez de nacimientos cuando las mujeres que han retrasado su maternidad comiencen a tener descendencia. Los más optimistas creen que ya ha pasado el momento más crítico y que los peores índices, alcanzados hace dos años, comienzan a subir.
Pero ese repunte ya se ha observado en los países escandinavos, y resulta ser demasiado leve, principalmente porque «la fertilidad femenina decrece rápidamente a partir de los 35 años», recuerda «Newsweek». Si no se adelanta la edad media de tener el primer hijo, la subida de la fecundidad se detendrá, porque seguirá habiendo pocas mujeres con más de dos hijos. Entonces, señala «Newsweek», «parte del programa para cambiar la tendencia debería ser facilitar que las mujeres puedan tomar su decisión antes».
El retraso de la maternidad -y de la paternidad- puede provocar un problema añadido, como advierte IHT (4-09-2006). Los abuelos, que para muchas familias casos son una ayuda indispensable en el cuidado de los niños, «podrían ser demasiado mayores para hacerse cargo de ellos, sobre todo a partir del segundo».
Palo y zanahoria
Algunos gobiernos están poniendo en marcha planes especiales dedicados a fomentar los nacimientos. En la mayoría de los países existen subsidios directos a las madres con hijos, aunque la cuantía y la duración varían mucho. En Austria, las madres reciben 450 euros mensuales durante tres años por su primer niño.
En Italia, el gobierno de Romano Prodi ha creado un Ministerio de la Familia. La nueva ministra, Rosy Bindi, reconoce que «tal vez habríamos debido afrontar este problema hace treinta años, pero no lo hicimos, así que hemos de poner en práctica políticas enérgicas. Hay que invertir las tendencias inmediatamente» (IHT, 5-09-2006). Entre los proyectos de su departamento se encuentran subir a 2.500 euros el subsidio por nacimiento de un hijo y añadir otras ayudas, como la gratuidad del transporte y de los libros de texto.
Hay quien propone emplear el palo, además de la zanahoria. «Newsweek» señala que «en Rusia, donde la tasa de fecundidad ha descendido de 2,3 hijos por mujer en los años ochenta a 1,3 hoy día, un poderoso «lobby» económico ha planteado crear un nuevo impuesto para quienes no tienen descendencia».
Sin llegar tan lejos, Alemania tiene, después de Bélgica, los tipos impositivos más altos del mundo para los solteros sin hijos. Pero «Newsweek» se pregunta hasta qué punto son eficaces estas «políticas penalizadoras», pues, a juzgar por los datos de esos dos países, no parece que lleven a tener hijos a quienes no los desean.
La inmigración no basta
Hasta el momento, los países con baja natalidad han compensado la escasez con la inmigración, que en algunos casos se fomenta. Los inmigrantes contribuyen a sostener la población y al crecimiento económico del país. Además, suelen tener más hijos que los nativos, con lo que alivian la crisis de la natalidad.
Algunos países fomentan expresamente la inmigración para atenuar los efectos de la baja natalidad, política que Tomas Sobotka, del Instituto Demográfico de Viena, llama «una solución desesperada» (IHT, 4-09-2006). Canadá y Australia han optado por una inmigración «selectiva». Esto significa que eligen previamente a quienes se van a asentar dentro de sus fronteras y mantienen «una vía rápida» para otorgar la ciudadanía a quienes poseen títulos universitarios, talento o dinero para invertir en sus países. Singapur, que tradicionalmente ha sido muy precavida con la inmigración, va a poner en marcha un sistema similar (IHT, 6-09-2006).
Como apunta el diario, «los países que aceptan la inmigración a gran escala están aceptando tácitamente un nuevo futuro demográfico. Hoy el 18% de la población canadiense no es oriunda del país y dentro de 19 años, la mayoría de los habitantes de Toronto o Vancouver serán de origen extranjero» (IHT, 6-09-2006).
Sin embargo, expertos consultados por IHT advierten que la inmigración no bastará para enjugar el déficit demográfico si la natalidad no remonta. La misma idea aparece en el Libro Verde sobre la población hecho público el año pasado por la Comisión Europea (ver Aceprensa 116/05).
____________________Ver también La influencia de la maternidad en la vida profesional y Más ayudas para las familias en Alemania.